Berlín, 26 sep (dpa) – Con películas como «¡Good Bye Lenin!» (2003) o «Inglourious Basterds» (2009), de Quentin Tarantino, la fama del actor hispano-alemán Daniel Brühl traspasó fronteras. Ahora, a sus 35 años, ha logrado anotarse un nuevo triunfo internacional al dar vida a la leyenda de la Fórmula 1 Niki Lauda en la película «Rush».
En entrevista con dpa y otros medios, Brühl habla sobre automóviles rápidos, Fórmula 1 y el desafío de interpretar a un personaje real.
dpa: ¿Qué fue diferente a la hora de prepararse para este papel respecto a otras películas?
Brühl: Fue un trabajo de preparación intenso porque había muchas cosas que desconocía y en las que debía profundizar en un primer momento. Por ejemplo, antes del rodaje comencé un curso de Fórmula 3. Quería saber qué se siente cuando se conducen estos vehículos. Fue una experiencia tremenda y entendí en seguida, por completo, la fascinación que despiertan. Asimismo, quería conseguir a toda costa ese acento austriaco en inglés. Para ello pasé un largo periodo en Viena y entre otras cosas, trabajé con un profesor mi dialecto.
dpa: Además tuvo contacto con Niki Lauda
Brühl: Exacto, fue en ese periodo cuando entré en contacto con él. Se tomó mucho tiempo para estar conmigo. Eso fue sin duda lo mejor de la preparación del papel, pasar tiempo con él y poder estudiarlo. Se mostró tan abierto y cordial conmigo que me permitió preguntarle cualquier duda que tuviera. En algún momento la situación hizo «click» y tuve la sensación de que podría interpretar bien el papel y con credibilidad.
dpa: ¿Cuánto ha cambiado la Fórmula 1 desde la imagen sexy de la Fórmula 1 a la que te transporta la película «Rush»?
Brühl: Como todo en esta sociedad y en la Fórmula 1: se ha vuelto más fría, profesional y limpia. Ahora los atletas son todos perfectos. Ya no son posibles números salvajes como el de James Hunt (piloto británico). No creo que hoy en día un piloto sorba champán, se divierta con una mujer, se fume un porro y se suba al automóvil. Esos eran otros tiempos. Sin embargo, ha sido increíblemente divertido sumergirse en esos tiempos tan salvajes.
dpa: ¿Se te permitía conducir a ti mismo en las escenas de la película?
Brühl: Sí, se nos permitió conducir más de lo que pensábamos. Eran coches de Fórmula 3, que están construidos como los de Fórmula 1, por lo que no se aprecia ninguna diferencia, o por lo menos yo no puedo diferenciarlos. Cuanto más seguros nos sintiéramos con los coches, más credibilidad transmitíamos. Estuvo muy bien.
dpa: ¿Le gustaría conducir una flecha plateada de la Fórmula 1, si Niki Lauda como jefe del consejo de administración del equipo se lo propusiera?
Brühl: Sí, claro que lo haría, tendría muchas ganas. Incluso a pesar del peligro de que cale el motor en seguida. Nico Rosberg (piloto alemán) me dejó sostener una vez su volante con los 50.000 botones. Es una locura. Sobre todo si se tiene en cuenta que a esa gran velocidad tienen que poder reaccionar rápidamente a las cosas. Me he dado cuenta de que es un deporte extremo de alto rendimiento. No sólo corporalmente, sino también mental: hay que tomar decisiones en el intervalo de una fracción de segundo y poder reaccionar a las cosas. Y esos espejos son también ridículos. Debes sentir sencillamente cómo de cerca está alguien de ti. Sin embargo, eso viene seguramente con la rutina.
Por Jens Marx