Lima, 18 sep (dpa) – La «luna de miel» entre el presidente Martín Vizcarra y el Congreso controlado por la oposición quedó atrás y el Perú estaba hoy ante un pulseo en el que la sensación es que el mandatario tiene contra las cuerdas a sus adversarios.
Aunque referentes del mayoritario partido derechista radical Fuerza Popular (FP) como Úrsula Letona y Rosa Bartra trataran de seguir la ofensiva verbal, lo cierto es que a ellas y a sus compañeros de bancada se les vio trabajar el lunes con inusitada rapidez, en contraste con lo que ocurría hasta la semana pasada.
El presidente del Congreso, Daniel Salaverry, de FP, calculó que los dictámenes presentados por el Ejecutivo podrían estar listos la primera semana de octubre, lo que abre el camino para que se haga un referéndum en diciembre sobre cambios en los sistema político y judicial, tal y como quiere Vizcarra.
El mandatario usó tres palabras para torcer muñecas: «cuestión de confianza». Palabras que sueltas no dicen nada, pero que implican que los congresistas actuales puedan quedarse sin empleo dos años y medio antes de los que creían.
La «cuestión de confianza» significa que si el Congreso no acepta las propuestas del Gobierno, será tomado como un rechazo al gabinete ministerial. Todos los ministros tendrían que renunciar. Pero, esta vez, eso sería solo el inicio de un revolcón político.
La Constitución dice que si el Congreso derriba a dos gabinetes en un período, el Ejecutivo puede cerrarlo y anticipar las elecciones legislativas. Sucede que el Parlamento ya lo hizo una vez, cuando aún era presidente Pedro Pablo Kuczynski, por lo que el requisito se cumpliría.
¿Puede darse el lujo FP, partido de la ex candidata presidencial Keiko Fujimori, de perder ya un Legislativo en el que le basta un aliado para hacer mayoría absoluta? Las primeras señales apuntan a que no y de ahí su nueva actitud empeñosa para acelerar trámites.
Y, lo peor para el fujimorismo, resaltan analistas como Rosa María Palacios o Fernando Tuesta, es que el país, según sondeos, ya tomó posición: Un 79 por ciento quiere referéndum y un 18 por ciento no, de acuerdo con la empresa Ipsos.
El referéndum fue planteado por Vizcarra en julio, después de que la filtración de unos audios a medios de comunicación desnudara la existencia de una red corrupta que, a través de jueces y fiscales, negociaba literalmente fallos, investigaciones y nombramientos.
La red, liderada por el magistrado supremo César Hinostroza según todas las evidencias, tenía tentáculos políticos. Y al parecer FP era la fuerza más comprometida, a través de la propia Fujimori, bautizada en las charlas de orquestación como «señora K».
Vizcarra propuso cuatro reformas concretas: cambiar el sistema de nombramiento de jueces y fiscales, prohibir la reelección inmediata de congresistas, establecer mecanismos de control de las finanzas de los partidos y retomar la bicameralidad.
Para llevar esas reformas a referéndum se deben alistar leyes en el Congreso. El Ejecutivo las presentó, pero FP usó su poder para bajar la velocidad hasta casi detenerlo todo. La consulta corrió el riesgo de quedarse en solo una idea de un presidente débil.
Pero Vizcarra, a quien se acusaba de haber reemplazado a Kuczysnki para ser aún más condescendiente con el fujimorismo, tenía otros planes: aprovechó el grito popular que pide acabar con la corrupción, se vistió de líder y se subió al ring en busca de FP.
Analistas no descartan que el el fujimorismo busque contraatacar. Pero no le será fácil: Sufre un desgaste fuerte bajo el liderazgo de Keiko y no le conviene irse a una batalla abierta contra un mandatario inesperadamente popular.
En la política del Perú, se sabe sin embargo que nunca está dicha la última palabra.
Por Gonzalo Ruiz Tovar (dpa)