Lima, 20 sep (dpa) – El presidente del Perú, Martín Vizcarra, le ganó a la oposición de derecha radical el pulso sobre un referéndum para introducir cambios en los sistemas político y judicial, pero en sectores independientes persisten hoy dudas sobre los alcances reales de ese triunfo.
El partido Fuerza Popular (FP), que con su mayoritaria bancada controla el Congreso, no tuvo alternativas. Con la posibilidad del cierre del Legislativo blandiendo sobre su cabeza como espada de Dámocles, se comprometió con los cambios, que apuntan a depurar el sistema. «No hay vencedores ni vencidos», destacó pronto Vizcarra.
Quizás demasiado pronto, advertían hoy expertos. FP, que «se las sabe todas» según le reconocen los rivales, le avisó al Ejecutivo formalmente del voto de confianza para el gabinete ministerial, pero el lacónico texto no habla de referéndum ni reformas.
«Tras escuchar y debatir la exposición del presidente del Consejo de Ministros (César Villanueva), sobre los ejes 1 y 2 de la política general del Gobierno, (el Congreso) acordó entregar el voto de confianza», dice la escuenta carta enviada al mandatario. No más.
«Se aprobó la cuestión de confianza, pero el Congreso no se compromete con plazos ni con la realización del referéndum», alertó el influyente analista Fernando Tuesta. «Esto es ajedrez político. Le toca al Gobierno (mover la siguiente ficha)», agregó.
«La moción votada y aprobada no fija plazo ni dice nada del reférendum», coincidió otra analista de peso, Rosa María Palacios. «Está por verse si cumplen (los de FP). Yo los he visto con ganas de vacarlo (de destuirlo a Vizcarra)», advirtió.
El Vizcarra que asumió con timidez la presidencia en marzo ante la renuncia -forzada por FP- de Pedro Pablo Kuczynski, ya no es el de entonces. Fotalecido por el respaldo popular a los anhelos de cambio, le ha plantado cara al poderoso partido que lidera la ex candidata presidencial Keiko Fujimori. La guerra apenas comienza.
Fue ese nuevo Vizcarra el que al observar que los fujimoristas le daban vueltas a su propuesta de referéndum con la aparente intención de desvanecerla, recurrió a la figura de la «cuestión de confianza» con el apoyo de Villanueva, su fiel escudero.
Si el Congreso no trabajaba para dejar listo el referérendum para diciembre, el Gobierno consideraría que se trata de un «no» al gabinete. En ese caso, y por haber ya un antecedente, el Ejecutivo hubiera quedado listo para disolver el Congreso, con pleno respeto a la Constitución.
Cercado, FP aceptó a regañadientes. Mientras el Congreso debatía, Keiko salía lanza en ristre contra el mandatario, al que tachó de «golpista» en un discurso en la ciudad de Arequipa, pese a que el hipotético cierre del Congreso hubiera sido absolutamente constitucional, a diferencia del que perpetró su padre, Alberto Fujimori, en 1992.
El resultado se mira hoy desde dos lados: un sector mayoritario estima que Vizcarra ganó, que el referéndum es un hecho y que el país votará por los cuatro modificaciones: cambio en el sistema de designar jueces y fiscales, no reelección inmediata de congresistas, control a las finanzas de los partidos y regreso a la bicamericalidad.
Pero «aguafiestas», como se autodefine la analista Maritza Espinoza, prenden la alerta: ahora hay cuestión de confianza dada, pero no hay fecha para reférendum y ni siquiera una mención a ese mecanismo. Tampoco las propuestas de reformas se especifican y solo hay mención vaga a «los ejes 1 y 2».
Con ese contexto, la calle puede ser decisiva. Lo dijo la activista Diana Milanovic cuando el martes fue una de varios líderes de una movilización popular de apoyo a la posición de Vizcarra: «No se puede dejar solo al presidente».
¿Podría FP faltar a su palabra y conspirar contra los cambios pese a lo implícito de la votación? Por ahora en especulaciones. El presidente del Congreso, Daniel Salaverry, fujimorista como todos los que mandan en ese poder, prometió que los proyectos estarán listos el 4 de octubre, como para que vayan a referéndum en diciembre. Pero por ahora son palabras.
Según sondeos, cerca de un 80 por ciento de peruanos apoya a Vizcarra en el cheque de trenes. El enjuto mandatario ha dado señales de que no es el ingenuo que muchos creyeron. Fujimori es hábil y ha mostrado que tiene ganas de hacerle la vida complida al Gobierno. Un país de 31,8 millones de habitantes está atento.
Por Gonzalo Ruiz Tovar (dpa)