Estocolmo (Suecia), 1 jun (EFE).- El joven columnista y bloguero Frederik Backman es el padre de «Un hombre llamado Ove», un nuevo éxito literario sueco que ahora llega a España, protagonizado por un casi sesentón cascarrabias y viudo, al que han echado del trabajo, y que se pasa el día intentando imponer el orden y la disciplina.
En una entrevista con Efe, muy cerca de la Estación Central de Estocolmo, Backman, que lleva vendidos más de medio millón de ejemplares de la novela, aunque sus conciudadanos apenas conocen su físico porque no concede entrevistas en su país, explica que el fenómeno de Ove empezó con un blog en el que comentaba situaciones familiares.
Aunque ha trabajado como conductor de grandes vehículos e incluso sabe manejar un «toro», asegura que no ha tenido otra ambición en su vida que escribir y su primera novela le ha permitido empezar a dedicarse en exclusiva a las letras, que le enseñó a amar su madre, una profesora de sueco e inglés.
En «Un hombre llamado Ove», publicado en castellano por Grijalbo y en catalán por Rosa dels Vents, este joven de 33 años relata las peripecias de un gruñón de 59, que vive en una zona residencial de casas bajas con jardín, rodeado de vecinos muy distintos a él, que quiere reunirse con su fallecida esposa, aunque pronto descubrirá que no es tan fácil dejar este mundo.
Sin olvidar el humor, describe las relaciones que se establecen entre el solitario personaje y sus convecinos, a los que en primera instancia no ve con muy buenos ojos, aunque los acabará acogiendo como si fueran los hijos que no pudo tener.
Advierte Backman de que las peores cualidades del personaje le pertenecen a él, mientras que las buenas provienen de su padre, «quien tiene un sentido fantástico para lo que está bien y lo que está mal». Es la típica persona que si ve a alguien con problemas en una autopista detiene el coche para ayudar, aunque lo haga refunfuñando todo el rato», aclara.
Por otra parte, no le cuesta reconocer que este es un tipo de literatura que, aunque en los países escandinavos cuenta con adeptos desde hace tiempo, ha sido Jonas Jonasson con «El abuelo que saltó por la ventana y se largó» quien ha abierto unas puertas por las que él ahora puede pasar.
«Vosotros -señala en referencia a los periodistas que han viajado hasta su ciudad- no estaríais aquí si no fuera por lo que ha ocurrido en los últimos tiempos con Jonasson».
Sin embargo, defiende que, igual que ocurre con otra autora como Catharina Ingelman-Sundberg, no escriben con el mismo estilo, aunque los han enmarcado a los tres en el denominado género del «feel good» (bienestar), porque provocan que el lector se sienta bien con sus obras.
De todas maneras, Fredrik Backman, que ha crecido leyendo «libros divertidos en inglés» y mucha literatura fantástica, no esconde que si fuera una mujer se diría que sus libros son «chik lit», un género en el que se encuadran novelas como las de la saga de Bridget Jones.
Gran conocedor de España y con una esposa de origen iraní a la que se declaró en Barcelona, por ser esta la ciudad preferida de ella, Backman accede a dejarse fotografiar y filmar por medios españoles, pero nunca lo ha hecho para las grandes televisiones suecas, porque no quiere ser famoso.
En este punto de la conversación, bromea que si un día se encuentra en Ikea con su mujer y sus dos hijos -el mayor de cuatro años y la pequeña de ocho meses- y les pega unos gritos no quiere que digan: «este escritor es un imbécil».
A su juicio, escribir alejado de los focos permite, además, protegerse a sí mismo y darles a sus niños «la oportunidad de crecer en un entorno normal con un padre normal».
Con un nuevo libro ya acabado, Backman tiene muchas ideas para trasladar al papel, sin perder nunca de vista la sentencia del académico sueco Klas Ostergren que mantiene que para ser un buen escritor lo más importante es que «te guste estar sentado sobre tu trasero».
Por Irene Dalmases