Washington, 14 ene (dpa) – El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, regresa «satisfecho» a Madrid tras culminar dos intensos días de visita oficial a Washington durante los que no se desvió ni un ápice de su objetivo declarado de reiterar machaconamente el mensaje de que España empieza a salir de la crisis y vuelve a merecer por tanto la confianza -e inversiones- de Estados Unidos y el resto del mundo.
Un mensaje que el jefe de gobierno español proclamó desde la Casa Blanca junto al presidente estadounidense, Barack Obama, y que también desplegó ante la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ante la poderosa Cámara de Comercio rodeado de decenas de influyentes empresarios e, incluso, en la Organización de Estados Americanos (OEA), para que también cale en América Latina.
Las palabras no variaron esencialmente: las dudas sobre el euro, los rescates de varios países o sus cifras de crecimiento negativo son cosa del pasado -aunque sólo un año atrás esas preguntas se planteaban sin descanso- y hoy en día la eurozona en general y España en particular han empezado a pasar página hacia un capítulo mucho más prometedor.
«Tras dos años de intensas reformas, la economía española está ante un cambio de ciclo, iniciando una recuperación y reanudando su atractivo como país receptor de inversiones», aseveró Rajoy el martes en la Cámara de Comercio estadounidense, en un discurso que llevaba el inequívoco título de «España: de vuelta al crecimiento, lista para el empleo».
Un día antes había proclamado algo muy similar sentado a escasos centímetros de Obama en el Despacho Oval. Y también se lo diría en privado poco después a Lagarde.
Fuentes del gobierno aseguraron en la capital estadounidense que Rajoy se sentía «satisfecho» por su viaje ya que había logrado explicar la «situación real» de España.
El viaje ha sido «bueno para la percepción de España», dijeron las fuentes.
Específicamente en el ansiado encuentro con Obama -que le costó más de dos años conseguir- Rajoy le dijo al mandatario estadounidense que España es «un país en el que se puede confiar».
Mas pese a recibir significativas palmadas en la espalda -Obama lo felicitó por un «sólido liderazgo» para «estabilizar» la economía y dijo sentirse «mucho más optimista» respecto a España-, ante casi cada interlocutor Rajoy tuvo que escuchar una y otra vez la «gran» preocupación internacional por la insólita y elevadísima tasa de desempleo española, por encima del 26%.
Un hecho que llevó a Rajoy a asegurar reiteradamente que es consciente de que ese es el «principal reto» del país.
El jefe del gobierno español se comprometió ante Obama, Lagarde y todos los empresarios a trabajar duramente para regresar lo antes posible a la creación de empleo neto, algo que, afirmó, podría lograrse este mismo año.
Pero al contrario que al hablar de inversiones o mejoras de confianza, a la hora de tocar el desempleo no se atrevió a manejar cifras concretas.
Desde el punto de vista de Madrid, se podría sellar el viaje con un «misión cumplida». Rajoy logró su anhelada entrevista privada con Obama y también habló cara a cara con la jefa del FMI a menos de una semana de que el organismo financiero dé a conocer sus nuevas estimaciones de crecimiento de la economía mundial.
El problema, según destacaron desde los primeros momentos de la cita algunos analistas españoles, es el eco real que este viaje vaya a tener.
De hecho, la prensa estadounidense apenas reportó la estancia de Rajoy -pese a que la crisis española ha copado portadas al menos desde hace un año- y en la comparecencia ante la prensa con Obama los medios angloparlantes estuvieron más interesados en saber qué piensa el mandatario estadounidense respecto a Irán, la NSA o su ex secretario de Defensa Robert Gates que en indagar su opinión sobre la economía española.
Y aunque en su último día de estancia Rajoy se reunió con un puñado de influyentes medios estadounidenses como el «Wall Street Journal» -uno de los primeros lugares donde el año pasado ya había proclamado la salida de la recesión de España- el espacio concedido a sus palabras no fue tan significativo.
Con un desempleo inconcebible para otras regiones y una economía que en todo caso despunta de forma más que tímida, Rajoy previsiblemente tendrá que reiterar su mensaje de «confianza» en muchos más foros antes de que acabe de calar. Aunque el de Davos no será uno de ellos, ya que según adelantaron fuentes del Ejecutivo en Washington no acudirá en esta ocasión.
Por Silvia Ayuso