Madrid, 15 nov (dpa) – Lionel Messi celebrará mañana en la enfermería el décimo aniversario de su debut con el Barcelona, una brillante efeméride enturbiada por el difícil y crítico momento que vive el astro argentino.
Ocurrió un 16 de noviembre de 2003, en un partido amistoso contra un Porto entrenado entonces por José Mourinho. El holandés Frank Rijkaard sabía que tenía un diamante y no tardó demasiado en demostrar su confianza en un muchacho chiquito que por entonces apenas tenía 16 años. A esa edad, hace una década, debutó Messi en la elite del fútbol.
«El 16 de noviembre de 2003 es una fecha muy importante porque es la que me permitió realizar el sueño que tenía desde pequeño. Fue un día muy feliz. Había luchado mucho para que llegara ese momento. Fue muy especial», relató Messi en una entrevista concedida esta semana a los medios del club.
Messi continúa recordando esa historia: «Entrenábamos con el Juvenil A. Cuando terminó el entrenamiento, Colomer (responsable de las categorías inferiores) me comentó algunas cosas y me dijo que viajaría con el primer equipo. Me recalcó que fuera y disfrutara del partido y de la experiencia, pero que cuando volviera siguiera pensando en el Juvenil A».
No tuvo que pensar demasiado tiempo en el equipo inferior porque menos de un año después, el 16 de octubre de 2004, Rijkaard le hizo debutar en partido oficial contra el Espanyol. Tenía 17 años y 114 días.
A partir de entonces, «La Pulga» se convirtió en una máquina de ganar y superar récords históricos y de precocidad.
Primero están los logros deportivos: tres Ligas de Campeones, dos Mundiales de clubes, seis Ligas españolas, dos Copas del rey y un oro olímpico con la selección argentina, entre otros muchos trofeos.
Y luego están los récords individuales, entre los que destacan: único futbolista en ganar cuatro Balones de Oro, récord de tantos en la Liga española (50), récord de goles en una temporada (73), más goles anotados en una edición de la Liga de Campeones (14), máximo goleador en un partido de la Liga de Campeones (5), único jugador en conseguir tres veces la Bota de Oro…
Suficiente para que se planteara una pregunta inevitable: ¿es el mejor jugador de la historia, por encima incluso de leyendas como Alfredo Di Stéfano, Pelé o Diego Armando Maradona?
Messi fue acumulando experiencias deportivas y personales propias del paso de los años: tuvo un hijo, fue acomodando su posición en el campo hasta convertirse en el delantero centro, fue adquiriendo mayor poder en su club y, finalmente, tuvo que asumir tanto las ventajas e inconvenientes inherentes a ser una estrella mundial.
Así, los Messi (padres, hermanos y el propio astro) fueron capaces de forjar todo un imperio alrededor del futbolista, que se convirtió en el de mayores ingresos anuales en concepto de publicidad, con 57 millones de dólares.
De tal forma que Messi tuvo que luchar contra su timidez natural y hasta llegó a posar en calzoncillos, algo que nadie, seguramente ni siquiera él mismo, hubiera podido imaginar una década atrás.
Pero esa exposición también le generó múltiples inconvenientes, porque el astro pasó a focalizar la información, la presión sobre él fue máxima y cada una de sus acciones -dentro y fuera del campo- se observan con lupa.
La dimensión que adquirió su figura le concedió un enorme poder en el club, donde los humores de Messi pueden conducir a una modificación de la plantilla o de los métodos de trabajo, como demostró su reciente alejamiento de Juanjo Brau, el fisioterapeuta que había sido su sombra en el Barcelona durante los últimos años.
Ahora, a sus 26 años, Messi celebra su efeméride en el momento más crítico de su carrera: lesionado, con muchos rumores a su alrededor y con un horizonte donde asoma todo un Mundial de Brasil que será uno de los más gigantescos desafíos de su carrera.
El argentino sufrió su enésima lesión muscular, lo que generó infinidad de dudas sobre sus cuidados diarios, fisionomía y hasta capacidad para recuperar su antigua explosividad.
No volverá a jugar hasta ya comenzado el próximo año. Y he aquí su nuevo reto: regresar para demostrar que el trono de mejor jugador del mundo sigue siendo suyo.
Por Alberto Bravo