Berlín, 24 nov (dpa) – La canciller alemana, Angela Merkel, enfrenta una semana decisiva para la formación de un gobierno con los opositores socialdemócratas y en la que no habrá garantía de éxito para una tercera gestión pese a su apabullante triunfo de más del 42 por ciento en las elecciones generales de septiembre.
Tras arduas semanas de negociaciones, los demócratas y socialcristianos de Merkel (CDU/CSU) y el SPD aspiran a presentar el miércoles próximo un acuerdo de gobierno que podría convertirse en papel mojado si los socialdemócratas no consiguen el visto bueno de sus bases en una votación a mediados de diciembre.
En la antesala de la recta final de los encuentros celebrados por las tres agrupaciones para forjar una «gran coalición» como la que gobernó Alemania bajo Merkel entre 2005 y 2009, los líderes conservadores se reunieron en la cancillería con Merkel para afinar sus posturas.
Mientras, la cúpula del SPD se esforzaba por convencer a las bases de la necesidad de formar parte del nuevo gobierno. El presidente del partido, Sigmar Gabriel, amenazó indirectamente con renunciar en caso de que la mayoría de los socialdemócratas se opongan a una alianza con Merkel.
«Si conseguimos un acuerdo que contiene cosas buenas y el SPD dice ‘no’, eso querrá decir que nos consideramos más importantes que la gente para la cual hacemos política», sostuvo Gabriel en una conferencia regional del SPD en el sur del país. «Dejaríamos de ser un gran partido».
La dirigencia del SPD ha puesto la decisión final en manos de sus 473.000 afiliados, que votarán hasta el 14 de diciembre sobre el futuro gobierno de Alemania.
Un quórum del 20 por ciento basta para validar el resultado que hasta ahora es incierto. Según el semanario «Der Spiegel», la resistencia a la coalición en las filas socialdemócratas sigue siendo fuerte. Muchos no olvidan que el «abrazo del oso» de Merkel deparó al SPD en 2009 el peor resultado electoral de su historia, un 23 por ciento.
Pese a la incertidumbre que generan sus interlocutores, los conservadores se niegan a renunciar a sus principales posturas. Lo más importante ahora es «llevar a la práctica las promesas electorales», urgió Horst Seehofer, reelegido el sábado presidente de la CSU por una aplastante mayoría del 95,3 por ciento.
Todavía hay puntos clave en los cuales las partes han logrado ponerse de acuerdo, especialmente en lo relacionado a la financiación de los ambiciosos planes de unos y otros. Hay un agujero de 40.000 millones de euros entre los objetivos y los presupuestos reales.
No hay coincidencias en el ámbito de las jubilaciones, en el cobro de peajes de autopistas a extranjeros -una demanda de los socialcristianos-, o en la exigencia de los socialdemócratas de otorgar la doble nacionalidad a los hijos de extranjeros nacidos en Alemania.
Ninguno de los partidos descarta un fracaso de las tratativas para una alianza que no despierta gran entusiasmo en los futuros socios y que ha sido descrita como «solución de compromiso» o «matrimonio de conveniencia».
«Lo que cuenta al final son los resultados, por lo cual las negociaciones naturalmente pueden fracasar», sostuvo en una entrevista en el dominical «Bild am Sonntag» la secretaria general del SPD, Andrea Nahles.
«Nos esperan días y noches largos en los que las negociaciones serán duras», pronosticó el secretario general de la CDU; Hermann Gröhe.
Si las negociaciones no llegasen a buen puerto, las alternativas son varias. Merkel podría gobernar en minoría, una opción a la que es renuente, o volver a hablar con Los Verdes para integrar la primera alianza de estos partidos a nivel nacional, algo que se desechó tras una ronda de contactos por diferencias demasiado marcadas.
El SPD podría forjar una coalición de izquierdas con Los Verdes y el Partido La Izquierda, una variante que hasta ahora ha rechazado pero que ha dejado abierta para las próximas elecciones.
De no fructificar estas opciones, los alemanes serían llamados nuevamente a las urnas y no se descarta una mayoría absoluta para Merkel y sus conservadores.
Por María Laura Aráoz