Berlín, 16 nov (dpa) – Casi dos meses después de arrasar en las elecciones generales en Alemania, Angela Merkel chocó de frente contra el principal obstáculo que deberá superar para poder formar su nuevo gobierno: los reparos de amplios sectores de la oposición socialdemócrata (SPD) a apoyar una coalición con la canciller.
El dato es crucial. Merkel necesita al SPD para reeditar una «gran coalición» como la de su primer mandato de 2005 a 2009, única opción realista que le queda ahora para formar gobierno. Pero el congreso socialdemócrata que terminó hoy en Leipzig mostró hasta qué punto el partido ve con temor esa alianza.
El mal recuerdo de la primera coalición con Merkel, que hundió la popularidad del SPD, hizo que las bases castigaran ahora las nuevas negociaciones enviando un mensaje devastador a la cúpula del partido, reelegida en su totalidad pero con porcentajes muy inferiores a los que había obtenido en la anterior otación en 2011.
«En las bases hay un fuerte rechazo emocional a una ‘gran coalición'», analizó el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, en declaraciones al diario «Bild». El jefe del SPD y posible vicecanciller en el futuro gobierno, Sigmar Gabriel, habló de «una clara señal de malestar» y la consideró «comprensible».
Paradójicamente, el descontento de las bases beneficia a los líderes socialdemócratas al darles la excusa perfecta para endurecer su postura y aumentar la presión sobre Merkel en las negociaciones para un gobierno conjunto.
El SPD sólo integrará una «gran coalición» si lo aprueba la mayoría de sus cerca de 470.000 afiliados. Y esto sólo ocurrirá si Merkel asume una buena cantidad de reivindicaciones socialdemócratas.
La Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller y su versión bávara, la Unión Cristianosocial (CSU), «deben entender que tenemos que dar algo a nuestros votantes», dijo Kurt Beck, ex jefe del SPD. «Debemos incluir contenidos socialdemócratas importantes, o no habrá ‘gran coalición'».
El rechazo de las bases socialdemócratas a una coalición con Merkel le dejaría tres opciones: negociar una alianza con los Verdes, gobernar en minoría o convocar nuevas elecciones. La canciller ya descartó las tres: su única salida es seducir al SPD.
Y Merkel ya mostró que es consciente de eso. En un acto la noche del viernes ante jóvenes de la CDU, la canciller pidió «pragmatismo» y se mostró dispuesta a ceder ante reivindicaciones del SPD como la creación de un salario mínimo nacional de 8,50 euros por hora o la posibilidad de la doble nacionalidad.
«Comprendo sus preocupaciones», dijo a los delegados de las juventudes de la CDU que le pedían ser inflexible. «Pero en este momento trabajo más por conciliar las cosas. Porque queremos gobernar».
En este sentido, Merkel y Gabriel ya trabajan como socios con un objetivo común: disipar los miedos de las bases socialdemócratas, revertir la mala disposición que mostraron en el congreso de Leipzig y lograr que aprueben el acuerdo de coalición que CDU y SPD quieren tener listo a fines de este mes. Si no lo hacen, advirtió hoy Gabriel, sería una «debacle para el partido y para el país».
Por Pablo Sanguinetti