Madrid, 28 nov (dpa) – Es el ministro peor valorado de España y el más polémico del gobierno de Mariano Rajoy. Provocador y mordaz, José Ignacio Wert, titular de Educación, Cultura y Deporte, ha generado controversias, críticas, «mareas» de manifestantes, reprimendas de la UE y plantes de los rectores universitarios.
El Congreso de los Diputados aprobó hoy definitivamente su máxima ambición desde que asumió la cartera hace dos años: una nueva reforma educativa, la séptima desde 1975, contra la que la oposición votó en bloque.
La Lomce o «ley Wert» le ha valido al ministro tres huelgas generales del sector en menos de dos años y la reiterada petición de dimisión por parte de la comunidad educativa, que como la oposición, la considera «adoctrinadora, españolista y fanática».
La oposición intentó en dos ocasiones reprobar a Wert en el Congreso de los Diputados, la última esta misma semana. Pero el mismo día en el que se aprobaba su reforma educativa con los únicos votos del Partido Popular (PP), esa holgada mayoría absoluta de la formación gobernante impedía su censura.
Poco parece importarle a él, porque pese a ese cuestionamiento y a la mala imagen que tiene entre los españoles, cuenta con el firme respaldo del jefe del Ejecutivo.
«Ha cumplido el programa del PP, ha sido muy valiente, ha dado un paso adelante y tiene el respaldo pleno del gobierno y de su presidente», dijo Rajoy hace poco, después de que un portavoz de la Comisión Europea desmintiera, tachando de «basura», las afirmaciones de Wert que atribuían a Bruselas el recorte de becas Erasmus.
En diciembre de 2011, Wert fue la mayor sorpresa en el recién estrenado gobierno de Rajoy. Contaba con experiencia docente en la universidad, había tenido cargos de peso en la empresa de privada y su trayectoria política era breve.
Las polémicas con él como protagonista comenzaron poco después de que asumiera la cartera de ministro. Como cuando en plena tensión soberanista entre Cataluña y el resto de España dijo querer «españolizar a los niños catalanes».
La oposición lo acusa de haber perpetrado «el mayor recorte» en los presupuestos educativos de la democracia española: un descenso de 6.000 millones de euros en dos años que ha puesto en riesgo la calidad de la educación pública, según defienden los miles de manifestantes que conforman la llamada «marea verde» y gritan en las calles consignas contra él.
Cada vez que el ministro habla, levanta una ráfaga de reacciones y críticas. Su locuacidad le ha jugado malas pasadas en un momento de crispación política y social y de grave crisis económica.
Hace unos días tuvo que rectificar, presionado por su propio partido, tras decidir la retirada, a última hora y sin avisar, de las becas estatales para los universitarios españoles Erasmus, un programa que les permite estudiar durante un periodo de tiempo en otras universidades europeas.
A Wert también le acusan de querer cercenar la cultura, sobre todo la industria cinematográfica. La subida del IVA que grava la asistencia a espectáculos y cines hasta el 21 por ciento y el descenso en las subvenciones a un sector que vive días bajos han levantado ampollas entre los profesionales y el público.
Licenciado en Derecho y diplomado en Sociología, es además amante de los toros. Bajo su batuta volvieron las corridas a la televisión pública y se blindó la llamada «fiesta nacional» con la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de España, ganándose así también la animadversión de los defensores de los derechos de los animales.
En sus planes no está la dimisión, según asegura el ministro cada vez que tiene ocasión. Por mucho que lo pidan a gritos estudiantes y profesores en las manifestaciones contra él o lo reclame la oposición en el Congreso de los Diputados.
Por Ana Lázaro Verde