Madrid/Burgos, 15 ene (dpa) – Pancartas en alto y plásticos para resguardarse del frío. Ésta era hoy la estampa a primera hora del día en el ya famoso Gamonal, un barrio de la ciudad española de Burgos que en los últimos días saltó a las portadas de los medios españoles por su lucha contra la construcción de un bulevar.
Los vecinos continúan en la calle porque desconfían del alcalde de la localidad, quien ayer anunció en una esperada rueda de prensa la paralización temporal de las obras tras los disturbios de los últimos días, en los que fueron detenidas más de 40 personas.
Pero esta «pequeña victoria», como la califican algunos, no aborta las movilizaciones de los vecinos para ganar la gran guerra: éstos reclaman una suspensión definitiva del proyecto, cuyo coste – de 8,5 millones de euros- es rechazado en un momento de crisis económica y de recortes sociales.
«Nos iremos cuando veamos que esto se acaba de verdad», sentenció hoy un hombre de mediana edad en el lugar de las obras, donde las máquinas comenzaron a trabajar el jueves.
Ante una fuerte presencia policial, los vecinos volvieron a salir ayer a la calle para pedir la libertad de los arrestados en las manifestaciones de los últimos días. «Somos vecinos, no somos asesinos», clamaban ante decenas de agentes antidisturbios desplazados hasta Burgos desde otros puntos de España.
Desde la noche del viernes, cuando tuvieron lugar las primeras protestas, la policía ha detenido a 44 personas, de las que al menos ocho fueron enviadas a prisión bajo fianza. Los disturbios se saldaron con contenedores quemados, pintadas en entidades bancarias, heridos y cargas policiales.
El gobierno conservador de Mariano Rajoy advirtió entonces de la intervención de «grupos radicales» desplazados hasta Burgos para «ejercer la violencia». Estas palabras enfadaron todavía más a los vecinos, quienes recordaron que casi todos los arrestados tienen su residencia en Burgos.
Lo que comenzó como un conflicto local se convirtió en apenas dos días en un asunto de interés nacional, con importante repercusión en los medios españoles, en las redes sociales y también en la primera línea de la política del país.
El propio Rajoy se refirió a él esta semana durante su visita a Washington. «Hubiera preferido que no se hubieran producido y espero que terminen con cierta celeridad. [Pero] el pueblo español, en una situación complicada y difícil, tras cinco años de crisis, ha dado muestras de estar a la altura de las circunstancias más que sobradamente» dijo el presidente del Ejecutivo español en un encuentro informal con periodistas que recoge el diario «El País».
La mecha que encendieron los vecinos de Gamonal comienza a prender en otras ciudades de España, donde se han convocado ya concentraciones de apoyo a lo largo de toda la semana. Todo ello, en medio de la polémica por la ley de seguridad ciudadana que prepara el gobierno y que prevé importantes multas para las manifestaciones ilegales.
La crispación social por los recortes de Mariano Rajoy ha provocado miles de manifestaciones en España en los dos últimos años. Pero ahora la imagen de un barrio obrero luchando por una causa concreta se convierte en ejemplo de resistencia para buena parte de la ciudadanía del país.
Los vecinos de Gamonal piden que la cuantía destinada a la construcción del criticado bulevar se destine a planes contra el desempleo -el principal problema del país-, a la reapertura de una guardería municipal y a mejoras en calles y edificios públicos.
Los rudimentarios toldos de plástico que protegen a los vecinos de la lluvia y el frío recuerdan a la acampada que el movimiento ciudadano 15-M fraguó en el año 2011 en la plaza de la Puerta del Sol, en pleno centro de Madrid.
En esta ocasión, algunas pancartas van dirigidas contra el alcalde de Burgos -«Dimisión ya»- pero la esencia de ambas protestas es la misma: los vecinos de Gamonal también están hartos de la corrupción y de una democracia que no consideran como tal: aseguran que el alcalde no tuvo en cuenta sus opiniones en contra del proyecto del bulevar.
Por Ana Lázaro Verde