(dpa) – Rosas, violetas… algunos las adoran por su aroma, otros por sus colores, otros por sus gustos. ¡Adornan tan bellamente los platos! ¡Cualquier receta se vuelve un deleite para la vista! Pero atención, no todas las flores se pueden comer.
Tuuli y Matti Kotaja, dos jóvenes finlandeses, saben qué les espera cuando comienzan las vacaciones: la cosecha de rosas rugosas, una rosa de pétalos suaves como el terciopelo. Ambos trabajan en lo que sería la plantación de rosas más al norte del mundo. Si uno colocara sus rosales uno detrás del otro, armaría una línea de 20 kilómetros.
Los jóvenes supervisan todas esas plantas en busca de las flores más fuertes para sus mermeladas. «Una vez cosechadas, lavamos y congelamos los pétalos y los colocamos en un refrigerador hasta que llega el invierno», explican los Kotaja. Al llegar las bajas temperaturas, los pétalos con cortados en trozos pequeños, rociados con unas gotas de limón y hervidos con pectina y grosella», explica Tuuli. Sin ningún tipo de conservantes, afirma. El resto, dice, es un secreto comercial.
«Cuando la mermelada se siente algo áspera, se nota más el aroma de las rosas», comenta Tuuli, que recomienda este sabor para acompañar quesos, en particular el queso de cabra, el roquefort o el brie. También parece combinar muy bien con pato, ostras y la panna cotta.
Si uno cosecha las rosas de su jardín, donde sabe que no han sido expuestas a ningún tipo de químico, puede añadirlas a una copa de champaña, de agua o incluso a la ensalada, señala Matti. También es bueno atreverse a hacer una mermelada, ¡por qué no!
Es más, no sólo las rosas sirven a esos dulces propósitos. «La viola cornuta, la Centaurea cyanus, la lavanda, las flores de la albahaca, las malvas… todas se pueden comer», comenta Christian Herb, que tiene un jardín de cultivo orgánico. Christian recomienda cosechar las flores poco antes de presentarlas en un plato, porque «la corriente de aire suele ser lo peor para estas flores tan delicadas», explica. El especialista dice que, en caso necesario, lo ideal es que las flores aguarden su gran momento en la nevera.
Los invitados quedan deslumbrados cuando uno les sirve violas caramelizadas como bienvenida, dice Herb. «Algo que también llama mucho la atención son los cubitos de hielo con flores. Es muy sencillo: sólo hay que colocar algunos pétalos en la cubetera y ponerlos a congelar con agua», explica.
Pero atención. Es importante que no le demos rienda suelta a la imaginación, porque hay flores que no son aptas para el paladar. La dedalera (Digitalis purpurea) y el acónito son preciosas, pero no deberían aparecer en tus comidas porque son venenosas. Lo mismo sucede con el Delphinium.
Las flores favoritas de Ursel Bühring, fundaora de una escuela de plantas curativas en Friburgo, es la margarita común (Bellis perennis). «Son muy sanas», explica la experta. Se las utiliza en tés contra la tos porque afloja las mucosidades y además tiene un sabor almendrado ideal para preparar marinadas, apunta.
¿Y has probado manteca (mantequilla) con flores…? Ya ves, sólo hay que atreverse y experimentar.
Por Claudia Wittke-Gaida (dpa)
Foto: Ursel Bühring/dpa-tm