NAROMORU, Kenia (dpa) – A las 2:20 de la madrugada llama uno de los guías a través de la pared de la tienda: «Levántense. Debemos escalar la cumbre». El termómetro marca 15 grados centígrados bajo cero y el mal de alturas se hace sentir a 4.200 metros sobre el nivel del mar: Dolor de cabeza, vómitos, casi nadie ha podido dormir. Estamos en Shipton’s Camp, al pie de los campos de nieve del Monte Kenia, dos días después de que todo comenzara de manera mucho más relajada.
«Jambo, bienvenido a Kenia», dice el conductor ante el hotel en Nairobi. Después de cuatro horas rumbo al noroeste, aparece en el horizonte el gran monte. Tiene 5.199 metros de altura. Los kikuyo, embu y meru llaman Kirinyaga, Monte de la Santidad, a este volcán que se extinguió hace millones de años. En su cumbre vive el dios Ngai, según sus creencias.
Reuben Gathaara Maina, de 28 años, se ríe de las viejas leyendas. «En el pueblo en que nací, algunos creen todavía que nadie puede escalar el monde», afirma en la oficina de Keeigee Mountain Expeditions en Naro Moru.
Reuben es desde hace cinco años guía de montaña. Se formó en Estados Unidos y ha escalado todas las cimas del Monte Kenia: El Batian, que tiene 700 metros menos que el Kilimanjaro, pero sólo lo pueden escalar los más expertos; el Nelion, de 5.188 metros; y el Point Lenana, la cumbre a la que suben los senderistas aficionados y que con sus 4.985 metros es relativamente fácil de subir.
Después de tres horas de cómoda subida por una carretera forestal, vemos por primera vez elefantes. A los lados del camino se acumulan pilas de estiércols de elefante. ¿Qué debemos hacer si de repente tenemos un elefante frente a nosotros? «Correr, en zigzag», dice Reuben. «Y si a alguno de ustedes le persigue un búfalo, corran en torno a un arbol grande», afirma el guía, asegurando que en algún momento el búfalo saldrá corriendo desconcertado.
Nicholas y Peter, que nos ayudan a transportar el material de escalada, ya han construido la tienda, e Ifrihim ha cocinado de maravilla. La noche en el Old Moses Camp a 3.300 metros de altura es fría. Sobre nosotros se despliega un increíble cielo estrellado, con miles de astros que brillan en lo largo y ancho del horizonte.
La pendiente del camino crece a la siguiente mañana hasta que llegamos a una cresta y Reuben grita: «Miren, ¡la cubre!». La doble cumbre se levanta ante nosotros, por encima del amplio Mackinder Valley. En el valle comienza la parte más espectacular del camino.
El sendero continúa ascendiendo de manera suave, como si de un paseo se tratara, a no ser por que el aire comienza a escasear porco a poco. Nos encontramos a 3.700 metros. Las nubes se levantan y un viento frío sopla por el valle, amenaza de lluvia. Lentamente, como Reuben siempre recomienda, subimos los últimos 500 metros hasta el Shipton’s Camp. El dolor en al parte posterior de la cabeza, que creíamos al principio que era imaginación, se hace notar cada vez más.
El campamento al pie de los glaciares consta de algunas cabañas de madera de generosas dimensiones. Ninguna tiene calefacción. Después la noche sin dormir, la llamada para despertarnos y una decisión difícil de tomar. ¿Debemos abandonar, como recomiendan los libros de montaña? ¿Ahora que tenemos la cumbre ante la puerta de la tienda? La vista al salir el sol debe ser impresionante. Es una corta lucha, la razón contra la ambición y el orgullo.
La razón prevalece. Descendemos. Todo está congelado a nuestros pies, pero poco a poco comienza a salir el sol y nos calienta. En silencio, caminamos cuesta abajo. Sentimos el fracaso, mientras Reuben nos habla del valle más hermoso de todo el macizo y que es el que hubiéramos recorrido de haber bajado por la Chogoria Route, al otro lado de la cumbre. Y del paisaje con la luna y los lagos bajo la cumbre. Poco a poco, el dolor cede.
INFORMACIÓN BÁSICA: El Monte Kenia
Cómo llegar: Varias aerolíneas llevan hasta Nairobi. Desde ahí, los organizadores de tours de montaña recogen a los turistas en su hotel en Nairobi. Después de un par de días de aclimatación, se puede ir al punto de partida de las expediciones en minibús o tomar un vuelo nacional hasta Nanyuki.
Cuándo viajar: Los mejores meses para subir a las cumbres son enero y febrero, así como agosto y septiembre, que es cuanto menos lluvia cae. Cuando más llueve es entre finales de marzo y mediados de mayo, así como entre finales de octubre y mediados de diciembre. Pero también en los meses secos puede llover una y otra vez, así como nevar a gran altura.
Por Florian Sanktjohanser