Singapur, 14 nov (dpa) – La ausencia del presidente estadounidense, Donald Trump, en la cumbre de los líderes de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean) esta semana en Singapur hace que muchos se pregunten si la actual administración estadounidense no está cediendo terreno e influencia a China en la región.
En el marco de la creciente autoafirmación de Pekín y la guerra comercial en curso entre Estados Unidos y China, la decisión de Trump de no acudir a la cumbre de la Asean y tampoco a la de la Apec (foro de Corporación Económica Asia Pacífico) en Papúa Nueva Guinea del fin de semana ha sido interpretada como una postura menos intervencionista que la de su predecesor Barack Obama.
Pero otros analistas alertan de que la interpretación de esa presunta ausencia de compromiso podría ser desproporcionada frente a la realidad sobre el terreno.
«La presencia empresarial y comercial en el sureste asiático nunca ha sido más fuerte», escribió Damid Shambaugh, profesor invitado del Instituto ISEAS-Yusof Ishak en Singapur, en un análisis el pasado julio.
Estados Unidos sigue «profundamente comprometido en la seguridad y dominio militar» de la región y «mantiene un fuerte programa diplomático», añadió el experto, que considera que la reputación de Washington no se verá dañada en exceso por las ausencias, según dijo a dpa. «Pero alimenta la narrativa sobre una potencia ausente en la región», reconoció.
Para otros, la dura postura de Trump frente a China podría sentirse en otros países de la Asean, aunque los líderes de esos países no lo digan públicamente.
«Mientras los Gobiernos, empresarios o consumidores asiáticos podrían compartir las preocupaciones estadounidenses sobre el comportamiento de China (…) sólo la administración de Trump (…) ha estado dispuesta a llevarlo al escenario internacional», considera Curtis S Chin, ex embajador estadounidense en el Banco de Desarrollo Asiático actual profesor del instituto Milken, un centro de estudios económico independiente.
Entre esas preocupaciones Chin se refirió al robo de propiedad intelectual, transferencias tecnológicas forzadas, acceso restringido a los mercados chinos, falta de respeto de las leyes y normas internacionales y esfuerzos para limitar la libertad de navegación y vuelo en las aguas y cielos internacionales.
«Con o sin Trump en Asia (esta semana), Estados Unidos sigue siendo una potencia clara en la región índico-pacífico», dijo Chin a dpa. «Más importante que la participación en la cumbre (de Trump) es la continuación de la diplomacia estadounidense y su compromiso económico y político», considera.
Mientras tanto, China intenta con ambición expandir su influencia entre sus vecinos del sudeste: el volumen comercial entre el país y los países de la Asean alcanzó los 442.000 millones de dólares en 2017.
Mientras la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda avanza con la construcción de trenes de alta velocidad que unen Kunming, la capital de la provincia sureña de Yunnan, con otros puntos del sureste asiático, la visión a largo plazo de una Asia interconectada se está haciendo realidad.
Las inversiones chinas en los países de la Asean podrían casi triplicarse entre 2018 y 2035, aumentando de 181.000 millones de dólares este año a 500.000 en 2035, según la Oficina de Investigación Macroeconómica Asean+3 (AMRO). La guerra comercial podría acelerar este proceso, señaló el economista jefe de AMRO, Chaipat Poonpatpibul.
«Las tensiones podrían incentivar la relocalización en la región de empresas en China cuyas exportaciones se vean afectadas por la subida de los aranceles», explicó Chaipat a dpa.
China también está trabajando para cerrar un nuevo acuerdo regional de libre comercio, la llamada Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que podría abarcar un tercio del comercio mundial y casi la mitad de la población mundial.
El propuesto acuerdo de Pekín ganó fuerza después de que Trump retirara a Estados Unidos el año pasado del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) que Obama había negociado antes de dejar el cargo. Una versión renovada del TPP también avanza sin Estados Unidos.
Japón, la tercera economía del mundo, se ha mostrado interesada en unirse al RCEP, junto con India, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los diez miembros de la Asean (Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam)
«Con el creciente proteccionismo y las restricciones al libre comercio, necesitamos avanzar en negociaciones del RECEP», dijo el primer ministro chino, Li Keqiang, el martes en Sinpagur. «Envía una señal que de defendemos el libre comercio y estamos determinados a impulsarlo con acciones reales», dijo Li, que espera completar el acuerdo en 2019.
Está previsto que Asean se convierta en la cuarta economía del mundo en 2030, dijo el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, en la ceremonia de apertura de la cumbre.
En un editorial publicado en «The Washington Post» la semana pasada, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, describió el compromiso estadounidense con la región indopacífico como «firme y duradero».
«El comercio estadounidense en la región supera los 1,8 billones de dólares al año, escribió. «Y nuestra inversión total regional el el indo-pacífico es de casi un billón de dólares», mayor que las inversiones de las inversiones de China, Japón y Corea del Sur juntas, dijo.
Por Bill Bredesen (dpa)