Madrid, 17 dic (dpa) – «Lo peor ya pasó». Con esas palabras, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, proclamaba 2013 como el año del inicio del fin, del fin de una crisis económica que lleva seis años golpeando España y que llegó a convertir al país en uno de los grandes problemas de la Unión Europea.
En lo político, el año termina con la constatación del mayor desafío a la integridad territorial de España, después de que el gobierno de Cataluña haya fijado la fecha y las preguntas del referéndum independentista que pretende celebrar en 2014 en la región del noreste del país. «Esa consulta no se va a celebrar. Es inconstitucional y no se va a celebrar», ha advertido Rajoy.
2013 fue el año del final de la recesión más larga en España desde 1975. Tras nueve trimestres de contracción, la economía volvía a crecer entre julio y septiembre. Poco, un 0,1 por ciento, pero crecía. Y alimentaba el mensaje de esperanza del gobierno a unos ciudadanos que soportan las consecuencias de los ajustes y recortes más duros de las últimas décadas pero aún no sienten la mejoría.
Sobre el papel y con las cifras en la mano, 2013 fue mejor que 2012. Y según el Ejecutivo, será peor que 2014, cuando espera un crecimiento económico mínimo del 0,7 por ciento. «Hoy estamos mucho mejor que el año pasado por estas fechas y mucho peor que el año que viene por estas mismas fechas», dijo Rajoy hace poco.
Para los españoles, 2013 fue un año difícil. Siguieron protestando contra los recortes del Estado de bienestar -sobre todo en la educación y sanidad públicas- que se han hecho en nombre del combate al alto déficit público que Bruselas obliga a rebajar.
Pero ya no se manifestaron de la manera multitudinaria en la que lo hicieron en 2012, el peor año de la crisis, en el que Rajoy afrontó dos huelgas generales. 2013 termina con «cierta tranquilidad» en las calles, dicen en el gobierno.
En un año en el que los casos de corrupción que salpican a partidos, casa real y sindicatos siguieron alimentando la desafección de la ciudadanía española por la política y las instituciones, Rajoy sufrió sus consecuencias en carne propia.
A comienzos de 2013 le estallaba la publicación en la prensa de las fotocopias de una presunta contabilidad paralela en su Partido Popular (PP). Seis meses después era el propio ex tesorero Luis Bárcenas quien aseguraba al juez la veracidad de esas cuentas en la sombra, de la financiación ilegal y del pago de sobresueldos en negro a miembros de la cúpula del partido, incluido el propio Rajoy.
El jefe del Ejecutivo acabó en el Parlamento español, en una sesión extraordinaria el 1 de agosto, dando explicaciones sobre el escándalo, unas explicaciones que no contentaron a nadie de la oposición. El «caso Bárcenas» sigue abierto en 2014 y todo apunta a que seguirá golpeando al PP, que se ha desplomado en las encuestas por los recortes del gobierno y por este caso de corrupción.
Aunque la corrupción ha trepado entre las preocupaciones de los españoles, para la mayoría, según recogen las encuestas, el mayor problema en 2013 siguió siendo el desempleo, generador de tantos dramas sociales. La altísima tasa (25,98 por ciento en el tercer trimestre) mantuvo a España en la punta de la lista de la zona euro, junto a Grecia.
Pero tanto la cifra global (5,9 millones de desempleados en ese trimestre) como el porcentaje se redujeron después de que entre enero y marzo se llegara a los 6,2 millones de desempleados, un 27,16 por ciento de la población activa.
Mejores fueron las cifras de las exportaciones, que crecieron; el turismo internacional, que se recuperó; y la prima de riesgo del país, que llegó a bajar a los 227 puntos básicos, un nivel que no se registraba desde junio de 2011.
Atrás quedaron en 2013 los días en los que se temía un estrangulamiento de la capacidad de financiación del país, con una prima de riesgo por encima de los 600 puntos básicos. «Hoy ya no me preguntan por el posible rescate de España y hace un año era una cuestión en todas mis ruedas de prensa», se congratuló Rajoy.
También entre los empresarios se extendió la idea del inicio de la recuperación definitiva en una España que gana competitividad con la devaluación en los salarios.
Junto a la salida de la crisis, el otro gran reto, este político, vendrá dado en 2014 por el desafío independentista del gobierno de Cataluña. Un desafío que se ha convertido en el primer intento en democracia de romper la unidad del país mediante un referéndum.
La salida del enfrentamiento Barcelona-Madrid se antoja difícil. El jefe del gobierno regional, Artur Mas, acaba de fijar para el 9 de noviembre de 2014 la fecha de un referéndum en el que quiere preguntar a los catalanes si desean que Cataluña «sea un Estado» y, en caso afirmativo, si desean que «sea independiente».
«Como presidente del gobierno he jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes y por tanto les garantizo que esa consulta no se celebrará. Eso está fuera de toda discusión y negociación», es la respuesta de Rajoy. El cómo aún no lo ha dicho.
Por Sara Barderas