Estambul, 25 jun (dpa) – La oposición turca confiaba en las elecciones presidenciales y parlamentarias del domingo para minar el poder de Recep Tayyip Erdogan, el eterno ganador. Pero de nuevo volvió a fracasar y Erdogan será a partir de ahora más poderoso que nunca.
El discurso triunfal que ofreció en la sede de su formación, el islámico y conservador Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), marcó el final de unos comicios de los que el presidente Erdogan podría no haber salido tan bien parado.
La mayor parte de las encuestas pronosticaban que Erdogan tendría que ir a una segunda vuelta con el candidato del Partido Republicano del Pueblo (CHP), Muharrem Ince. La campaña del AKP no fue buena, como reconocían entre bambalinas algunos miembros del partido que gobierna el país desde hace casi 16 años. En cambio, Ince congregó a cientos de miles o incluso millones de seguidores en las principales metrópolis turcas, como Estambul, Ankara o Esmirna.
Los supervisores electorales turcos denunciaron irregularidades durante la jornada de votación y el CHP -secular y de centro-izquierda- habló de manipulaciones. Los observadores internacionales de los comicios reconocieron hoy que la oposición no tuvo buenas oportunidades debido al predominio mediático de Erdogan y al estado de excepción vigente.
Según los resultados, Erdogan consiguió un 52,6 por ciento de los votos y hoy el diario «Takvim», cercano al mandatario, titulaba con el juego de palabras «SUPERDOGAN» y «13 victorias en 16 años».
Para los seguidores de Ince los comicios eran la última posibilidad de evitar un sistema unipersonal dirigido por Erdogan. El candidato del CHP afirmó hoy que las elecciones fueron injustas pero reconoció haberlas perdido con una diferencia de casi 11 millones de votos. «¿Robaron algún voto? Sí, seguro que lo hicieron. ¿Pero robaron diez millones de votos? No. Y reconozco el resultado electoral», dijo.
Erdogan ha conseguido sacar adelante su proyecto más importante. Con estas elecciones queda completado el sistema presidencialista aprobado en referéndum en 2017 y él se convierte en un presidente extremadamente poderoso.
Su partido, el AKP, fue castigado en las elecciones parlamentarias del domingo y en solitario no habría alcanzado la mayoría absoluta. Pero formó una coalición con el ultranacionalista Partido de Acción Nacionalista (MHP) y en conjunto tienen más de la mitad de los escaños.
A partir de ahora Erdogan será jefe de Estado y de Gobierno y podrá gobernar por decreto. Sólo una mayoría opositora en el Paralmento podría haber puesto freno a su poder tras la reforma presidencialista.
Erdogan considera que este nuevo sistema es una «revolución democrática». Pero Kati Piri, ponente sobre Turquía en el Parlamento Europeo, lo ve de forma muy distinta. «El último obstáculo para la introducción de un sistema presidencial altamente antidemocrático desapareció. Un sistema que es absolutamente incompatible con las conversaciones de adhesión a la UE», tuiteó.
¿Por qué volvió a ganar en esta ocasión Erdogan, pese a las esperanzas de la oposición? Según una encuesta del Centro para el Progreso American (CAP), previa a los comicios, casi dos tercios de los encuestados consideraban que Erdogan era un «líder fuerte». Sólo uno de cada dos creía que el presidente tenía «buenas ideas para la economía», pero incluso en eso puntuaba mejor que sus adversarios.
Los precios de los alimentos subieron últimamente con fuerza, la inflación supera el 12 por ciento y la lira pierde valor. Pero muchos turcos no olvidan hasta que punto se desarrolló el país desde la llegada del AKP. Durante la primera década de gobierno de Erdogan se triplicó el PIB per cápita.
Durante la campaña, Erdogan atacó una y otra vez la falta de experiencia de Gobierno del CHP, al que no considera capaz de resolver problemas. «¿Dejarían su negocio en manos de un aprendiz?», llegó a preguntar.
«Ante un contexto de incertidumbres geopolíticas y económicas inmensas, los turcos se decidieron por lo probado: por el supuesto ‘hombre fuerte'», analizó hoy el banco alemán Baden-Württemberg. Lo que la mayor parte de los votantes no tuvo en cuenta es que Erdogan es en gran parte corresponsable de esas incertidumbres, añade. Los analistas concluyen que Turquía no ganó nada con estas elecciones.
Erdogan, por supuesto, no comparte esa opinión. «Hermanos, los ganadores de estas elecciones fueron la democracia, la voluntad del pueblo y el pueblo. El ganador de estas elecciones es cada uno de nuestros 81 millones de ciudadanos», dijo durante su discurso de la victoria. Pero casi la mitad de esos ciudadanos no piensa lo mismo.
Por Can Merey (dpa)