Madrid, 2 jun (dpa) – De solemnes biografías oficiales a secuestros de revistas: desde que Juan Carlos I asumió el trono en 1975, los medios de comunicación españoles han cultivado una particular relación con la monarquía, que en muchos países sorprende por su silencio ante determinadas intimidades. Sin embargo, en los últimos años se han hecho oír cada vez más voces críticas.
Aquel 1975, el periodista César de la Lama se convertía en el primer biógrafo autorizado del monarca con la publicación de «Juan Carlos I, Rey». Desde entonces han corrido ríos de tinta, aunque no siempre en el mismo tono laudatorio que el de De la Lama, que afirma que el jefe de Estado es «incluso mejor» que las mejores opiniones que suscita.
Y es que al contrario de lo que sucede en otras monarquías como la británica o la monegasca, en España durante mucho tiempo «era tabú hablar mal de la familia real». Así lo dijo el hispanista Paul Preston cuando en 2012 presentó la edición actualizada de su libro «Juan Carlos I: el rey de un pueblo», en la que incluye un capítulo sobre los turbulentos últimos años que ha vivido la Casa Real.
El monarca ya no es el «bombero» de la democracia, afirmó el experto británico, en referencia al aclamado papel de Juan Carlos durante la Transición. «Los elefantes y la princesa alemana se habían unido para romper un dique mediático que ya hacía agua», escribió sobre el famoso episodio de la cacería en Botsuana, que obligó al rey a pronunciar aquel «lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir» ante la creciente indignación popular.
Meses antes, la periodista Pilar Eyre ya había metido el dedo en la llaga con la publicación de «La soledad de la reina: Sofía una vida». En esta biografía de la princesa griega y posterior monarca de España, que se convirtió en bestseller, Eyre hace hincapié en lo que considera una vida conyugal desgraciada por culpa de las supuestas infidelidades de Juan Carlos, que describe sin mencionar nombres.
Muy polémico, aunque mucho menos mediático, fue también el libro «Una monarquía protegida por la censura» (2007), del político vasco Iñaki Anasagasti. El ex diputado y actual senador (PNV) critica en él la falta de transparencia de una institución que considera «medieval» y achaca su popularidad a la construcción de una «imagen fabricada». Un tema que no gustó en la Zarzuela, hasta el punto de que la editorial que lo había encargado inicialmente decidió no publicarlo.
Aunque sin duda, el mayor debate sobre lo «intocable» que resulta -o resultaba- la monarquía española lo desató el secuestro de la revista satírica «El Jueves», también en 2007. En su portada aparecía una caricatura de los príncipes de Asturias en pleno acto sexual. «¿Te das cuenta? Si te quedas preñada… Esto va a ser lo más parecido a trabajar que he hecho en mi vida», decía Felipe en referencia al «cheque bebé» que aprobó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
La Audiencia Nacional ordenó el secuestro de la revista por considerar que la viñeta era «claramente denigrante y objetivamente infamante», mientras en la calle se calentaba el debate sobre los límites de la libertad de expresión. Cinco años más tarde, la revista volvió a la carga con una portada tras la cacería de Botsuana y posterior operación del monarca: «El rey retoma sus actividades», se leía sobre una caricatura de Juan Carlos y Doña Sofía, con el gesto fruncido y la cabeza de un elefante -cornamenta incluida- de fondo.
Mucho más amigable, en cambio, ha sido la relación de la monarquía con el mundo audiovisual. Actores como Lluís Homar y Fernando Cayo dieron vida al rey en la pequeña pantalla, en producciones que recordaban el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, clave en la biografía del monarca. Y también lo encarnó Juanjo Puigcorbé en la miniserie televisiva «Felipe y Letizia», sobre el romance de los príncipes de Asturias.
Eso sí, las redes sociales fueron hasta hace escasos días la asignatura pendiente de la Casa Real. Aunque en 2012 renovó su web (http://www.casareal.es) y estrenó canal de YouTube (www.youtube.com/casarealtv), hubo que esperar hasta el pasado 21 de mayo para que estuviera presente en Twitter. Actualmente, @CasaReal cuenta con más de 80.000 seguidores en la red de microblogging y es la única cuenta oficial de una institución que aún sigue ausente en facebook.
Por Elena Box