Donetsk/Lugansk, 3 nov (dpa) – Los separatistas festejan las elecciones de sus «jefes de república» en la zona prorrusa del Donbás como una ruptura definitiva con Ucrania. Aseguran que ahora las autoproclamadas «Repúblicas Populares» de Donetsk y Lugansk, no reconocidas por Occidente, tienen legitimidad.
Pero incluso después de sus triunfos electorales, los «jefes de república» Alexander Sajarchenko, en Donetsk, e Igor Plótnitski, en Lugansk, no responden a la pregunta de cómo se financiará la región independiente de Donbás y cómo pagará sueldos y pensiones.
Debido a la guerra, en la cuenca carbonífera están cerrados desde hace meses la mayoría de los pozos. Miles de mineros sin empleo no saben cómo alimentar a sus familias. No pocos se unieron a los rebeldes. Incluso después de las controvertidas elecciones, no se vislumbra un fin de la crisis.
Mientras el gobierno pro-occidental en Kiev, la Unión Europea y Estados Unidos describen la elección de los separatistas como una «farsa» y advierten sobre el caos y una nueva escalada del sangriento conflicto, Rusia ve una oportunidad para la paz y la estabilidad. Moscú pide a Kiev que acepte la voluntad de los electores del este de Ucrania y a Sajarchenko y Plótnitski como socios en las negociaciones. De esta forma el conflicto podría ser «congelado».
El vicepresidente de la Comisión para Asuntos Internacionales del Senado de Rusia, Andréi Klímov, dijo en Moscú que sólo el diálogo ayudará a solucionar la crisis y advirtió a Estados Unidos y la UE acerca de volver a sancionar a Rusia porque reconoce las elecciones en el este de Ucrania.
«A Bruselas y Washington no les importa mejorar la situación del pueblo en el este de Ucrania, sino aumentar el aislamiento de Rusia», se queja. Moscú espera ahora que Kiev reconozca el resultado de las urnas en el Donbás, así como la dirigencia rusa reconoció, a pesar de las muchas críticas, las elecciones celebradas en Ucrania.
Muchos ucranianos acusan ya ahora al entorno del presidente ucraniano, Petro Poroshenko, de observar sin hacer nada cómo las problemáticas regiones de Donetsk y Lugansk se separan del país, sacudido por la crisis. Sería la segunda pérdida tras la anexión de Crimea a Rusia en marzo. «Estamos perdiendo el Donbás», escribió el filósofo ucraniano Sergei Dazjuk, quien cree que Poroshenko oculta cosas a la opinión pública.
En vistas de la difícil situación económica en la ex república soviética, tampoco el presidente tiene apenas palabras para contestar a la pregunta de cómo mantener a la conflictiva región como parte de Ucrania. Muchas personas en el este de Ucrania dudan de que el gobierno central, cercano a la UE, pueda sacar realmente al país de la crisis.
Sobre todo los militares ucranianos temen que el plan de paz de Poroshenko fracase y los combates resurjan con fuerza. Una y otra vez, el Consejo de Seguridad en Kiev informa que Rusia desplaza «contingentes de tropas» en las zonas que controlan los separatistas. El experto militar Dmitri Tymtchuk tiene indicios de 25.000 soldados y mercenarios rusos en varios batallones que se estarían preparando para un ataque, aunque no hay pruebas de ello.
Rusia descartó una y otra vez una intervención militar abierta. El país ya tiene problemas económicos suficientes debido a la crisis en Ucrania, las sanciones de Occidente y los costos millonarios del proyecto Crimea, opina el politólogo Dmitri Trenin del Carnegie Center en Moscú. «Preocuparse ahora encima por un par de millones de personas en una región destruida por la guerra con un estatus no reconocido no será fácil», dijo Trenin.
Los separatistas podrían sentir ahora nuevos bríos tras el reconocimiento de sus elecciones por parte de Rusia y seguir avanzando sobre territorios en el este y el sur. Ya amenazaron varias veces con ello y nombraron a Mariupol e incluso a Odesa como objetivos, todos nombres importantes de la región de Novorossiya (Nueva Rusia), fundada en tiempos de los zares. Los separatistas prorrusos hablan una y otra vez de planes de crear un estado en Novorossiya.
Por Andreas Stein y Ulf Mauder