LOS ANGELES (dpa) – Pocos nombres hay en la industria capaces de crear una franquicia de la nada como Robert Rodríguez, de un libreto un tanto absurdo y con aire de película B que se ha abierto paso y que está a punto de estrenar su segunda parte, «Machete Kills».
La primera resultó ser un proyecto de cinta de culto, con un guión muy gore y un desconocido para las masas como Danny Trejo de protagonista, que en solo dos años se ha convertido en un rostro más que reconocible.
Como ya hiciera con la primera parte de su creación, Rodríguez se ha vuelto a rodear de un reparto de lujo, con nombres de la talla de Sofía Vergara, Antonio Banderas, Demián Bichir, Zoe Saldaña, Lady Gaga, Mel Gibson, Charlie Sheen y Alexa Vega, por nombrar algunos.
Eso en el capítulo de la novedades, porque el núcleo lo siguen formando Trejo, Michelle Rodríguez, Jessica Alba y Tom Savini. Un despliegue centrado en la figura de un ex agente federal, un mercenario con muchos kilómetros encima que esta vez es contratado por el presidente de Estados Unidos, interpretado por el siempre polémico Sheen. El protagonista de «Two and A Half Me», consciente del estilo burlesco de la película, apunta que su presidente es un tanto peculiar, con una sonrisa irónica, antes de señalar que Rodríguez es «un genio absoluto».
En el camino de ambos se cruza el personaje interpretado por Gibson, Luther Voz, un traficante de armas al que se tiene que enfrentar Trejo, un personaje perfecto para el protagonista de «Arma Letal» en su intento de recuperar cierta presencia en la gran pantalla. Hay que recordar que sus dos últimas apariciones en cintas como «Get the Gringo» y “The Beaver” no resultaron el éxito que el director y actor esperaba de ellas.
Para Rodríguez, la inclusión de Gibson fue un acierto en el sentido de que era el gran villano empeñado en destruir el mundo que andaba buscando. «Tuve que hacer una exploración profunda antes de poder considerar a otro actor. Realmente me respondió como un actor, no porque estuviera buscando un gran nombre».
La estética y el estilo de esta segunda parte mantienen un tanto el estilo de la primera, en un tipo de largometraje plagado de exageraciones e hipérboles que parecen un auténtico homenaje al peor cine y que en ocasiones no parece tan solo una cuestión intencional.
«Decidí pensar a lo grande y meterme en aventuras con la segunda película», explica Rodríguez. «Quería contar la historia de un macarra en una misión, contratado para un trabajo por el gobierno de Estados Unidos que nadie más pudiera hacer, en un híbrido entre James Bond y un McGuiver mexicano».
Lo divertido para el director de «Spy Kids» es que en la película «no hay reglas, con un ADN basado en romper todas las reglas y que por eso atrae a muchos actores, porque tienen libertad creativa absoluta. Es como estar jugando y no trabajando».
Banderas, por su parte, dice que «Rodríguez tiene algo que no mucha gente tiene como director, que es personalidad. Muchos están perdidos en una especie de materia gris, pero en su caso ves 30 segundos y sabes que la película es de él».
Lo bueno para muchos de ellos es que aún queda pendiente la tercera, «Machete Kills again», pendiente de lo que haga la segunda cinta en taquilla pero contando con que esa clase de público fiel a Rodríguez siempre quiere más.