Washington (dpa) – Cerca de la entrada principal del Newseum, el gran museo de Washington dedicado a la historia de los medios de comunicación y a su importante papel en la democracia, se encuentra una sección del Muro de Berlín.
Forma parte de una exposición permanente, como símbolo de lo que supone vivir en un estado que restringe la libertad de expresión y de prensa. Sin embargo, todo parece indicar que la sección del muro no permanecerá allí mucho tiempo.
Su destino está ligado al del Newseum, cuyo futuro es incierto. El pasado enero, el Foro de Libertad, su principal accionista, anunció por sorpresa que el edificio iba a ser vendido por 372,5 millones de dólares (330 millones de euros) a una universidad.
Ahora, tanto la sección del Muro de Berlín como artefactos de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, fotografías ganadoras de Premios Pulitzer y otros simbólicos objetos que muestran los acontecimientos más trascendentales de la historia periodística estadounidense, están buscando un nuevo hogar.
La estructura de vidrio y acero que los alberga abrió sus puertas con gran pompa en 2008 en plena Avenida Pensylvannia -a medio camino entre la Casa Blanca y el Capitolio- pero, como gran parte de la industria que representa, el museo ha tenido dificultades financieras.
La decisión de vender el edificio se tomó tras revisar el estado financiero del museo, con sus «costes operacionales insostenibles» incluidos. El resultado dejó claro que la venta de las instalaciones era «el mejor camino a seguir», según la nota de prensa emitida por Newseum.
«Fue una decisión difícil pero responsable», aseguró en el comunicado oficial Jan Neuharth, hija de Al Neuhart -fundador de «USA Today»- y presidenta y directora ejecutiva del Foro de Libertad.
Aún no está claro qué sucederá con el museo después de su cierre -previsto para enero de 2020- pero Neuhart dijo que le gustaría que su misión continuara.
El Newseum era el proyecto predilecto de su padre, quien empezó en el sector de las noticias después de la Segunda Guerra Mundial y llegó a convertirse en ejecutivo de Gannett, una de las mayores cadenas de periódicos de Estados Unidos. Falleció en 2013.
Antes de trasladarse a Washington, el Newseum tuvo su sede en Arlington, Virginia. Allí, fue inaugurado por el Foro de Libertad en 1997, convirtiéndose en el primer museo del mundo dedicado al periodismo.
Muchos interpretan las dificultades del Museo de la Prensa de Estados Unidos como un doloroso recordatorio de los dramáticos cambios que ha sufrido la industria de los medios.
Desde la era de Internet, los medios de comunicación tradicionales, en particular los periódicos, se han enfrentado a enormes tensiones financieras. Además, este cierre se produce en un momento en el que los medios son tachados de «enemigos del pueblo» por el presidente Donald Trump.
Edward Alwood, profesor de la Universidad de Maryland, señaló en un artículo del «Washington Post» publicado en enero que hay otros problemas. «El Newseum», declaró, «está tratando de retratar una industria que está mal definida».
«No creo que todos estemos de acuerdo, a diferencia de como lo estuvimos en el pasado, sobre lo que es una noticia», valoró.
Por otro lado, el precio relativamente alto de la entrada -25 dólares- no funcionó como reclamo. Hay otros museos de primera clase en las inmediaciones que son de admisión gratuita.
A pesar de todo, el Newseum atrajo a unos 800.000 visitantes al año, según datos de la propia entidad. Pero los ingresos recaudados a través de las admisiones no cubrieron los costes operacionales.
Antes de entrar al edificio, los visitantes pueden leer las palabras de la Primera Enmienda de la Constitución gravadas sobre la fachada. El texto no solo protege la libertad de expresión y de prensa sino también la libertad religiosa, el derecho de reunión pacífica y el derecho a solicitar una compensación por agravios gubernamentales.
En el interior, hay muchos artículos que han sido testigos de la historia: El cuaderno en el que el reportero Michael Isikoff tomó notas sobre la aventura de Bill Clinton con Mónica Lewinsky o el traje que llevaba puesto el actor O.J. Simpson durante su mediático juicio por asesinato en 1995.
En el tercer piso se encuentra el llamado «Memorial de Periodistas»: Un panel traslúcido que contiene los nombres gravados de más de 2.000 reporteros asesinados en el ejercicio de su profesión.
En la pared opuesta hay un enorme mapa que muestra el estado de la libertad de prensa en todo el mundo. También hay un monumento en memoria a los cinco periodistas que fueron ultimados a tiros en junio en la sala de prensa de «The Capital Gazette» en Annapolis, Maryland.
Una de las secciones más populares es un estudio de televisión simulado en el que los visitantes pueden emular a los presentadores de noticias.
Pero algunas de sus exposiciones han sido criticadas por ser demasiado breves, estar demasiado orientadas al entretenimiento y simplificar en exceso el duro y a menudo peligroso trabajo de los periodistas.
La tienda de souvenirs del museo tampoco acertó cuando ocupó los titulares en agosto del año pasado por vender camisetas en las que podía leerse la frase: «You are very fake news» -en alusión a Trump-. El Newseum tuvo que disculparse para aplacar las quejas suscitadas.
Un cartel en el quinto piso muestra una pregunta que parece hecha por Trump: «¿Puedes confiar en la prensa?» Cada uno filtra los mensajes de manera distinta, así que hay diferentes puntos de vista sobre el modo de informar, reza la respuesta del museo al cartel. «En ocasiones la parcialidad se encuentra en el receptor».
Por Maren Hennemuth (dpa)
Foto: Maren Hennemuth/dpa