“Vamos bien” ha sido la consigna del presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, desde enero de 2019. Muchos venezolanos, a través de esta nueva y fresca imagen política, han recobrado la esperanza de salir de la dictadura que los azota desde hace 20 años. Sin embargo, la desesperación empieza a apoderarse de mucha gente que pensaron que Juan Guaidó podría ponerle fin a la pesadilla del chavismo en poco tiempo.
Pasan los días y a pesar de las protestas constantes que han sido convocadas por Guaidó, el usurpador de Miraflores, Nicolás Maduro, continúa aferrándose al poder y se niega a dimitir. Mientras tanto, la desilusión se va observando poco a poco en algunas caras cansadas, el efecto Guaidó está perdiendo liderazgo, a pesar de su empatía popular.
Y algunos venezolanos se preguntan hoy, ¿de verdad, vamos bien?
Es una pregunta sensata considerando que en Venezuela, hoy por hoy, no sólo hay escasez de medicinas y comida, sino que tampoco tienen algo tan básico como la luz. No hay servicio eléctrico en Venezuela desde marzo. La luz viene y va, con una intermitencia que mantiene al país entero paralizado y en ascuas. “Es sólo cuestión de horas”, dicen algunos esperanzados, pero otras personas piensan que Juan Guaidó debe ser más contundente y exigir la intervención militar de Estados Unidos ya mismo, porque seguir así es insoportable.
Recordemos que recientemente Guaidó se pronunció desde Caracas expresando que en el marco de la “Operación Libertad”, los venezolanos deben seguir en las calles, ahora más que nunca, exigiendo la salida de Maduro.
“Este es el momento de liberar a Venezuela. No más burlas, no más cuentos. El régimen sólo nos hace costosa la salida a esta crisis. Con la movilización y el esfuerzo hemos hecho que el régimen reconozca la tragedia humanitaria y va a entrar la ayuda con la Cruz Roja. Pudo haber pasado el 23 de febrero, pero el régimen lo hizo más costoso y mandó a sus matones”, expresó.
A pesar de la contundencia de su mensaje y de la fortaleza que transmiten sus palabras, cientos de venezolanos aseguran estar cansados de protestas y de manifestaciones con pancartas que no “llevan a ninguna parte”. Por ello, le exigen a Guaidó que, en cumplimiento de sus funciones como presidente encargado, no espere más tiempo y ponga en marcha el artículo 187 de la Constitución y exija de una vez por todas la intervención militar extranjera.
Pero, aunque el presidente no descarta esta alternativa, considera necesario que primero se “agote” la primera fase de la “Operación Libertad”, la cual, tiene como objetivo lograr la dimisión de Nicolás Maduro mediante protestas y sin necesidad de una intervención militar extranjera.
En la misma línea, Guaidó señaló que cuando se vaya la luz lo que los venezolanos deben hacer es salir masivamente a las calles a protestar en cada rincón de Venezuela.
“Basta de que nos vean la cara de tontos. Es hora de protestar de verdad”, precisó el presidente interino.
Y aunque Guaidó se ha mantenido firme en su lucha y en sus planteamientos, cada hora que pasa es más difícil para los venezolanos seguir de pie. Hay miles de personas muriendo de hambre cada día que sencillamente no tienen ni siquiera fuerzas para salir a protestar. Gente que exige una salida a la crisis más contundente e inmediata.
Lo que sí hay que mantener presente es que Juan Guaidó ha logrado tener el apoyo que, desde hace muchísimos años, no lograba tener ningún otro líder opositor. Juan Guaidó, con sus escasos años, ha logrado devolverle la esperanza a todo un país. Sería una verdadera lástima que el efecto Guaidó se desvaneciera, sería una tragedia que la llama que logró encender este hombre, se apagara.
Pero ¿cómo se le pide a un país que se muere de hambre que tenga fuerzas?, ¿cómo se le pide a quienes fallecen en los hospitales, que resistan? Es humanamente difícil, es desesperante y agotador.
Una conclusión quizás un poco apresurada, viendo lo que ha pasado en Venezuela en los últimos días, sería decir que Nicolás Maduro y su cúpula cercana, no saldrá nunca del poder a través de marchas pacíficas. Se necesita mayor contundencia. No sé si la intervención militar sea la solución adecuada, y no me atrevo a profundizar en ese tema, pero sí estoy segura de que no debería descartarse.