(dpa) – Trabajo desde casa, distanciamiento social, higiene: las recomendaciones que se realizan en muchos países para enfrentar la crisis causada por el coronavirus implican en África una lucha contra molinos de viento.
El acceso al agua en el día a día sigue siendo una tardea ardua para muchos africanos por lo que pensar en que se laven las manos regularmente suena a mera ilusión.
Entre Sudán y Zimbabue, muchísimas personas sobreviven a duras penas y no tienen ahorros como para comprar provisiones por adelantado. Muchas de ellas tienen también enfermedades previas o sufren de desnutrición. Por eso, en opinión de los expertos, varios países de este continente son una bomba de tiempo.
Durante bastante tiempo no se escuchó nada acerca del covid-19 en África. Había grandes esperanzas de que la enfermedad no alcanzara al continente. O de que el virus Sars-CoV-2 tuviera más dificultades para reproducirse en un clima más cálido.
Pero esta ilusión se rompió. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente hay más de 10.000 casos en al menos 50 países.
«El sistema humanitario mundial no está preparado para un gran brote de covid-19 en zonas de crisis y regiones de pobreza crónica», manifestó hace poco el secretario general de la Organización Care Alemania de ayuda humanitaria, Karl-Otto Zentel.
«Los países más pobres con una infraestructura médica extremadamente débil deben ser apoyados ahora», añadió.
Lavarse las manos con agua y jabón es una de las medidas clave para combatir al coronavirus. Sin embargo, el acceso al agua y al jabón es difícil en muchos países africanos. Y este no es solo el caso en las ciudades.
Lavarse las manos es «un desafío sobre todo en las regiones rurales, donde el acceso al jabón y al agua puede ser un problema», señaló Michel Yao, director de los programas de emergencia de la OMS en África.
El distanciamiento social también es mucho más difícil de implementar en África que en Europa. «Las circunstancias socioeconómicas de muchos africanos, sobre todo en las ciudades, comvierten el distanciamiento social en un enorme desafío», dijo la jefa de la OMS en África, Matshidiso Moeti.
Muchas personas viven en espacios muy estrechos. De acuerdo con estimaciones de ONU-Habitat, el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humano, en Kibera (Kenia), uno de los barrios humildes más grandes del mundo, viven entre 500.000 y 700.000 personas.
Lo hacen en pequeñas chozas que suelen compartir con varios familiares. Pocos de ellos cuentan con agua corriente y los menos cuentan con un baño propio.
El trabajo desde casa es también una quimera en países con una gran economía informal. ¿Cómo hace alguien que vende frutas, trabaja en la construcción o es artesano desde su casa?
Todos los días, unos 16 millones de personas se apiñan en Sudáfrica en los repletos minibuses-taxi para ir a trabajar. El rociado matutino con desinfectantes de las paradas de taxis ayuda poco en estos casos.
Si bien muchos países intentan con medidas amplias y drásticas proteger a sus poblaciones de la infección, la infraestructura apenas alcanza para contener a un alto número de enfermos.
Falta de todo: camas en cuidados intensivos, médicos, enfermeras, respiradores. De acuerdo con ls publicación nacional «Medical Journal», Malawi cuenta en sus hospitales con un número de camas de emergencia de dos dígitos para su población de casi 18 millones de personas.
Otros países, como Camerún o Congo, tienen conflictos en sus territorios, lo que dificulta la atención sanitaria y la educación para prevenir el virus. China ofreció ayuda logística a algunos países, pero también lucha contra el virus y sus consecuencias en su propio territorio.
Debido a todo esto, es grande el temor de que las personas en África posiblemente corran más riesgo que los habitantes de otras regiones.
«Tenemos una población más joven que otros países afectados por este brote», apuntó Moeti. «Pero debemos tener en claro que entre la población joven en África hay en muchas zonas una alta tasa de VIH», añadió.
Esta población podría ser más susceptible al virus debido a su sistema inmunológico debilitado. De acuerdo con ONUSIDA, en 2018 vivían en todo el mundo 37,9 millones de personas con VIH, de las cuales alrededor de 25,6 viven en África, al sur del Sahara. Además, el grado de desnutrición y el número de enfermedades previas es muy alto en este continente.
Por Gioia Forster y Ralf E. Krüger (dpa)