Estambul/Damasco/Nueva York, 25 oct (Dpa) – La explosión de un coche bomba en Siria mató a al menos 42 personas y dejó decenas de heridos al término del rezo del viernes cerca de una mezquita en Suk Wadi Barada, al noroeste de Damasco, informaron fuentes opositoras.
Por el momento no está claro quién está tras el ataque. Según el opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Suk Wadi Barada, está controlada por los rebeldes pero la zona está rodeada por el Ejército del presidente Bashar al Assad.
Al este de la capital siria, decenas de combatientes perdieron hoy la vida en enfrentamientos entre el ejército y los rebeldes, informó la agencia oficial Sana.
Según Sana, el Ejército sirio mató a 41 yihadistas. Además, durante una intervención militar cerca de Al Otaiba otros diez insurgentes resultaron heridos. Entre los extremistas había combatientes de Arabia Saudí, Qatar e Irak, señalaron medios oficiales.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos indicó que los rebeldes cayeron en Al Otaiba en una emboscada de las tropas del gobierno. La organización, que simpatiza con los críticos del régimen, habló de al menos 20 combatientes muertos.
Por su parte, Noruega rechazó hoy la petición de Estados Unidos de destruir el arsenal químico de Siria, alegando que no es viable tal como está planteado. «Los motivos son el marco temporal, las instalaciones técnicas y otras limitaciones legales», dijo el ministro de Exteriores, Borge Brende.
Algunos medios señalaron que a Noruega se le pidió la destrucción de 50 toneladas de gas mostaza y entre 300 y 500 toneladas de sustancias químicas que podrían utilizarse para fabricar gas sarín.
«Hemos acordado con Estados Unidos, que presentó la propuesta, que Noruega puede contribuir en otras áreas (…) Ahora nos centramos en encontrar otros modos de contribuir al proceso».
Brende dijo que Noruega podría proporcionar personal y apoyo financiero adicional a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), el organismo internacional encargado del desmantelamiento del arsenal nuclear sirio.
La OPAQ comenzó su trabajo a comienzos de mes basándose en una resolución de la ONU que respaldó el acuerdo acordado por Estados Unidos y Rusia, y al que accedió Damasco, para eliminar todas las armas químicas del país antes de mediados de 2014.
En septiembre, los inspectores de la ONU informaron que cohetes que contenían gas nervioso sarín fueron utilizados en los ataques del 21 de agosto cerca de Damasco, causando la muerte de 1.400 personas, según cifras de Estados Unidos. Washington responsabilizó al gobierno sirio y amenazó con una intervención militar antes de firmar el acuerdo de destrucción del armamento con Moscú.
La fecha límite para la destrucción de todas las instalaciones de producción de armas químicas es el 1 de noviembre. Los inspectores han visitado 18 de las 23 instalaciones declaradas en Siria y destruyeron a lo sumo el equipo de producción, según la OPAQ.
En Nueva York, la Coordinadora de Ayuda Humanitaria de la ONU, Valerie Amos, afirmó que los ciudadanos sirios sufren cada vez más las consecuencias de la guerra civil.
«Las palabras, aunque puedan conmocionar, no pueden dar una imagen verdadera de la oscura y gris realidad cotidiana en Siria (…) Estoy muy decepcionada de que no hayamos logrado hacer más avances», señaló.
La guerra civil en Siria dura ya más de dos años y medio. Según Amos, especialmente problemática es la destrucción de numerosas instalaciones médicas: el 60 por ciento de los hospitales, el 38 por ciento de los centros de salud, el 90 por ciento de las ambulancias y el 70 por ciento de las fábricas de medicina han desaparecido.
La destrucción de esa infraestructura sigue siendo una «realidad diaria», señaló, al tiempo que reclamó una vez más que sigue faltando en torno a la mitad del dinero que se necesita para financiar la ayuda humanitaria en el país.