Sarajevo, 8 feb (dpa) – Tras las violentas protestas en toda Bosnia, los políticos y expertos tienen dificultades para poner orden en el «tsunami de ciudadanos estafados». Algunos especialistas locales hablan de «rebeliones de hambre». El ministro del Interior Fahrudin Radoncic describe las protestas como «un golpe del pueblo contra la mafia estatal». Diarios como «Blic» y «Kurir» en la vecina Serbia creen que está surgiendo una «primavera bosnia».
Los manifestantes presentaron por primera vez demandas políticas en ese sentido. El núcleo: la renuncia de todos los políticos que debido a su inoperancia y su nacionalismo serían culpables de dos décadas de miseria, vuelta atrás con las «privatizaciones criminales», expropiación de los «delincuentes económicos» y un seguro de sanidad mínimo para los ciudadanos.
En la ciudad de Bihac, en el oeste del país, manifestantes demolieron el hotel Emporium, perteneciente a un familiar del jefe de gobierno regional. En Mostar, en el sur, las centrales partidarias de la SDA musulmana y de la HDZ croata fueron devastadas. Los dos partidos se repartieron estrictamente la ciudad, destino de miles de turistas extranjeros al año, y de esa forma la bloquearon.
«En los últimos 20 años se acumularon el enojo y la rebelión, así como un gran descontento social», dice el profesor de filosofía Salih Foco en Sarajevo y nombra uno de los muchos motivos: «No se trató de una privatización (de las empresas estatales), sino de un robo de la propiedad del Estado, de la sociedad y de los trabajadores».
«La existencia de una mayoría de la población está tan amenazada que las personas luchan por su supervivencia biológica», afirma el decano de la Facultad de Ciencias Políticas Sacir Filandra.
Apenas la semana pasada, el Parlamento Europeo en Estrasburgo mencionó los problemas de la miseria bosnia y pidió a los enemistados políticos de los bosnios musulmanes, los serbios ortodoxos y los croatas católicos ocuparse de una vez de lograr una convivencia medianamente funcional. Debido a esta falta de voluntad de reforma, la Comisión Europea tachó incluso 45 millones de euros en ayudas, la mitad de las necesitadas ayudas financieras de Bruselas.
Las dos partes del país, controladas por un lado por los serbios y por el otro por los bosnios y croatas, incluyen además 11 cantones autónomos. El Estado no tiene mucha injerencia, mientras que los políticos regionales y locales parecen tener mucho que decir. La administración, considerada extremadamente corrupta, consume casi todo el presupuesto estatal. Debido a las privatizaciones criminales, la industria está destruida y la infraestructura se encuentra por los suelos. Depende de qué cálculo se realice, hay entre un tercio e incluso más personas sin trabajo.
Lo peor es que no hay alternativas políticas porque, sin excepciones, todos los partidos apuestan al nacionalismo como instrumento de dominio. El malestar social podría, sin embargo, poner fin a ese círculo vicioso.
Por Thomas Brey