Berlín, 16 ene (dpa) – Bernie Ecclestone quería ser piloto, pero su talento no era suficiente. En su lugar, se convirtió en el mandamás de la Fórmula 1, un reino que gobierna desde hace décadas.
El británico tiene ya 83 años y el pelo gris desde hace tiempo. Pero con unos ojos siempre despiertos, Ecclestone no parece dispuesto a ceder su imperio.
Desde hace casi cuatro décadas controla la Fórmula 1. Lo que dice Ecclestone, se hace. Quien quiere gestionar una carrera de Fórmula 1 en su país debe sentarse a la mesa con el británico, al que todos califican como un duro, pero justo negociador.
No obstante, Ecclestone no sólo ha conseguido convertir el deporte de las carreras automovilísticas en un negocio multimillonario, sino que también él engrosó con numerosos ceros su cuenta corriente. A pesar de ello, para el británico dinero, poder y éxito no significa nada. «Cero. Absolutamente nada», afirmó hace tiempo.
Ecclestone fue siempre hábil en los negocios. «Comencé muy pronto a negociar y comerciar con todo lo que caía en mis manos», comentó una vez. «Primero chicles a cambio de gomas de borrar, después lápices de colores a cambio de cuadernos escolares, después bombas de bicicletas por balones de fútbol. Siempre vendía o intercambiaba todo».
Esos juegos infantiles fueron tomando escalas mayores. Ahora, la venta de la participación del banco alemán BayernLB en la Fórmula 1 en 2006 al grupo inversor CVC, en manos de Ecclestone, amenaza la obra de toda su vida.
Desde octubre hay abierto un proceso civil contra él en un tribunal de Londres. Constantin Medien AG, ex accionista de la Fórmula 1, acusa a Ecclestone de ser el culpable de la gran pérdida de dinero que sufrió la empresa cuando el banco BayernLB vendió la participación que tenía en los derechos de retransmisión de la máxima categoría del motor.
A este proceso se ha sumado ahora el juicio previsto para finales de abril en Múnich, donde se juzgará si el británico sobornó en 2006 con cerca de 44 millones de dólares al directivo del BayernLB Gerhard Gribkowsky para conseguir que el banco alemán vendiera sus participaciones de la Fórmula 1.
Lo que en un principio comenzó siendo una habilidad limitada al patio del colegio, se amplió con el paso de los años a las grandes ciudades del mundo. Ecclestone conquistó el planeta con la Fórmula 1.
Convirtió lo que originariamente era un deporte limitado a Europa en un evento mundial. Desde Singapur hasta Shanghai, desde Bahréin a Abu Dhabi y desde Texas a Sochi. Este año tendrá lugar, por primer vez, un gran premio de Fórmula 1 en Rusia.
Con frecuencia, el que fuera criado en una familia obrera en Bexleyheath, en el sureste de Londres, se convierte en el foco de atención por sus declaraciones poco apropiadas. Sin embargo, nunca hubo consecuencias.
Ecclestone, el hombre con la siempre correcta camisa blanca y las características gafas con montura de metal, creó su propio reino.
«Bernie es un maestro de la táctica, el mejor que he conocido nunca», declaró el que fuera jefe de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) Max Mosley.
Cuando Ecclestone camina por el paddock, la mayoría de las veces al lado de su tercera mujer, la joven brasileña de 46 años Fabiana Flosi, a veces uno puede olvidar que se trata del hombre más poderoso de la Fórmula 1. Y no sólo porque el británico apenas mida 1,60 metros.
Sin embargo, donde emerge Ecclestone aparecen enseguida una multitud de periodistas. Donde está Ecclestone están también los empresarios más importantes, los políticos más influyentes y los famosos de primer nivel.
Ahora habrá que ver si la vida del británico continúa siendo igual cuando el próximo 16 de marzo comience la nueva temporada de la Fórmula 1 en Melbourne. Sólo una cosa está clara por el momento. Y es que Ecclestone no tiene pensado ceder el trono sin luchar por la que es la obra de toda su vida.
Por Jens Marx