Buenos Aires, 4 nov (dpa) – En la Argentina pueden pasar años o incluso décadas, pero a la hora de definir hoy estilos en el fútbol, se es «menottista» o «bilardista». El «Flaco» César Luis Menotti no pierde vigencia a sus 75 años, fiel a su ideología y esa concepción del «buen fútbol», de carácter ofensivo.
«Un entrenador genera una idea, luego tiene que convencer de que esa idea es la que lo va a acompañar a buscar la eficacia, después tiene que encontrar en el jugador el compromiso de que cuando venga la adversidad no traicionemos la idea. Son las tres premisas que tiene un entrenador. Napoleón no era un táctico, sino un estratega. Si tenía que cambiar, cambiaba. Eso vale para el fútbol también», aseguró, en una de sus recordadas frases.
Menotti nació el 5 de noviembre de 1938 en la ciudad de Rosario, 300 kilómetros al norte de Buenos Aires. Allí debutó en 1960 como volante central en la primera división de Rosario Central. Jugó en Racing y Boca Juniors de Argentina, los Generales de Nueva York, el Santos -donde compartió equipo con Pelé- y el Juventus de Brasil.
A poco de su retiro se volcó a la dirección técnica, primero como asistente en Newell’s Old Boys, hasta que encontró su gran oportunidad en Huracán, al que le dio en 1973 su primer título de liga con un estilo de juego que sorprendió a todos.
Fue la carta de presentación para debutar el 12 de octubre de 1974 como entrenador de la selección «albiceleste», con la que conquistaría en 1978 el campeonato mundial jugado en la Argentina en medio de una sangrienta dictadura militar. Una época marcada por hitos y polémicas.
El 27 de febrero de 1977 hizo debutar a Diego Armando Maradona con la camiseta argentina. «La carita cuando entró… son los tipos que cuando entran a la cancha es como si fuera su casa», recordó. Poco más de un año más tarde, tomó la difícil decisión de dejarlo afuera del grupo de futbolistas convocados para el Mundial de Argentina 1978. «Me pareció que era demasiado chiquito para esto».
«Si nosotros hubiéramos quedado eliminados en la primera ronda Maradona me lo hubiera agradecido eternamente, pero como fuimos los campeones me lo recriminó siempre», ironizó Menotti.
El título mundial hizo estallar los festejos populares en una Argentina sumida en una dictadura atroz, que buscó instalar el evento deportivo como propaganda política para silenciar las violaciones a los derechos humanos. Una sombra que opacó el éxito de Menotti. «Que se lo ponga dentro de un contexto político me parece de una cobardía… Hay que ser muy miserable», aseguró el técnico 35 años después.
En 1979 ganó el Mundial Juvenil Sub 20, en el que deslumbró Maradona, y tras quedar eliminado en segunda ronda en el Mundial de España 1982, Menotti renunció a la selección argentina. Entre 1983 y 1984 tuvo un exitoso paso como entrenador del Barcelona, con el que ganó la Copa del Rey, la Liga y la Supercopa.
Su extensa carrera como director técnico lo llevó también al Atlético de Madrid de España, la selección mexicana, Peñarol de Uruguay, la Sampdoria de Italia y Boca Juniors, River Plate, Independiente y Rosario Central de Argentina. Su última experiencia fue en 2007 en el Tecos de México.
A la hora de elegir al mejor del mundo, Menotti opta por Pelé por sobre Maradona: «No hubo ninguno como él. Para mí es el más grande que vi, el ‘negro’ no es de este planeta, es otra cosa».
Y destaca a Lionel Messi como un jugador «brillante en los últimos 15 metros, en eso es único». Pero alerta sobre su desgaste: «Messi quiere jugar y jugar. Yo le diría: ‘No vas a jugar y se terminó, por más que seas Messi’. A mí me da miedo que se lesione este tipo con todos los partidos que juega».
«El mundo de los grandes negocios se devoró los tiempos del fútbol y es lamentable. Hoy la selección argentina, cuando los jugadores deberían estar descansando, los está llevando a jugar partidos amistosos que no son de formación ni nada, es algo puramente económico», advirtió.
«Lo que es difícil de explicar es que un equipo de fútbol no se hace sólo con buenos jugadores solamente. Como en una orquesta, o una obra de teatro, tenés que tener una buena idea, un buen director y si también tenés buenos actores es muy probable que encuentres la obra, pero necesita horas de ensayo», definió el técnico para el que jugar al contragolpe no es fútbol.
Es fiel a su estilo pero reniega un poco de aquello del «menottismo» y el «bilardismo». «No creo que tengamos tanta importancia como para andar poniendo títulos filosóficos al fútbol. Yo me preparé toda mi vida para tener un debate serio adentro de la cancha».
Por Cecilia Caminos