BERLÍN (dpa) – Los coches modernos ayudan a aparcar, ahorran combustible en los semáforos y avisan cuando uno se desvía de su carril. ¿Son todo ventajas? A veces la tecnología también puede poner nervioso.
Los modelos modernos están equipados cada vez más con sistemas de asistencia que hacen más cómoda la vida al conductor, mejoran la seguridad y ayudan a reducir el consumo de combustible. Pero a veces esos sistemas no están del todo afinados o no gustan a los conductores más clásicos o más veteranos.
En Internet y en algunos medios se escuchan cada vez más las voces que reclaman un regreso a la tecnología más tradicional.
Por ejemplo, la revista alemana «Auto-Bild» emprendió hace poco una petición «online» a favor del viejo freno de mano. Al ir marcha atrás en carreteras empinadas o en aparcamientos estrechos, el freno electrónico de aparcamiento no permite afinar tanto como el sistema mecánico. Además, las reparaciones son más caras. La petición ya ha acumulado 5.000 apoyos.
El asistente de dirección también genera molestias. La revista «auto motor und sport» ha constatado errores o imprecisiones incluso en modelos de marcas premium. Un sistema avisa demasiado pronto; otro, demasiado tarde; otro asume el mando del volante de forma ruda.
Muchos conductores se sienten atosigados acústicamente por el pitido de sus asistentes de aparcamiento, según la experiencia de Helmut Klein, experto técnico del club del automóvil ADAC, ya que el sonido se hace más intenso conforme se acerca al obstáculo por detrás y no distingue entre la parte delantera y la trasera. Sería deseable un sonido uniforme. Muchos sensores, además, no son precisos y avisan de forma prematura.
El experto reconoce, sin embargo, que los asistentes de aparcamiento son una gran ayuda en situaciones de tráfico denso y con carrocerías cada vez más complejas. «Quita una buena cantidad de estrés», dice Klein. Además, ayuda a los conductores novatos, aún temorosos a maniobras complicadas. «Los sistemas funcionan ya bastante bien y los costes extra son asequibles», afirma Klein.
El profesor Stefan Bratzel también considera los sistemas de asistencia positivos. Se usan ya desde hace siete u ocho años y desde entonces han ido mejorando ostensiblemente, afirma.
Y esta tendencia continúa, aunque los sistemas de asistencia son menos pasivos y más activos, tomando por ejemplo el control del volante para mantener la dirección. El siguiente paso serán los sistemas interactivos que se intercambian de auto a auto. «Un sistema activo como el asistente de freno de emergencia será tan estándar dentro de poco como el cinturón de seguridad», afirma convencido Bratzel.
Klein no puede imaginar un regreso al viejo freno de mano porque por ejemplo en invierno genera averías. Además, los modernos frenos electrónicos con los motores eléctricos ofrecen ventajas en cuanto a seguridad. En caso de emergencia, el freno de aparcamiento se puede usar como freno de emergencia a altas velocidades y puede incluso ser activado por el copiloto si por ejemplo el conductor se ha desmayado.
Bratzel no considera aceptables los sistemas crípticos, como es el caso del asistente de mantenimiento de dirección que requiere hasta 19 clics en el computador de a bordo para reducir la intensidad de la vibración, ni los que además requieren un alto precio. «Los fabricantes están obligados a tener en cuenta al usuario», reclama.
Eso también vale para el sistema automático «start and stop», que según un test de la revista «Auto Bild» sirve para ahorrar en muchos vehículos con cambio manual apenas menos de un litro a los 100 kilómetros, por lo que su coste no se amortiza. «Es sólo una pieza más en el engranaje para reducir el consumo», matiza el experto Klein.
Además, a los vehículos con ese sistema les cuesta un segundo más que a los convencionales ponerse en marcha cuando el semáforo cambia a verde, lo que puede llegar a ser un inconveniente si se tiene prisa.
Ni el tiempo ni el coste importan a los conductores novatos, que apuestan más por los vehículos con sistemas de asistencia, sobre todo los que ayudan a las complicadas maniobras de aparcamiento.
Por Rolf Schraa