Moscú, 16 mar (dpa) – El presidente ruso, Vladimir Putin, no necesita anuncios electorales ni debates en televisión. Su eslogan de campaña es «Un presidente fuerte, un país fuerte». Y al parecer, apenas precisa más para garantizarse el apoyo de su pueblo en las urnas. Aunque las urnas no abren hasta el domingo, ya se da prácticamente por seguró que será reelegido presidente para los próximos seis años.
Putin, de 65 años, dirige desde hace 18 años el destino del país más extenso del mundo. A pesar de las críticas de parte de la sociedad, es el político más querido en Rusia. Y para muchos de los 140 millones de habitantes es sobre todo un símbolo de estabilidad.
Se convirtió en primer ministro en 1999 al ser nombrado por el Parlamento con la bendición del entonces presidente, Boris Yeltsin. Este dimitió pocos meses después, debido a una grave enfermedad, y Putin asumió como presidente interino a sus 47 años, ganando en 2000 sus primeras elecciones presidenciales.
Yeltsin había allanado el camino a su sucesor al nombrarle director del servicio secreto interno FSB, el principal sucesor de la agencia de inteligencia soviética KGB. Para esta última sirvió Putin durante más de una década, también en la Alemania comunista cuando cayó el Muro de Berlín. El colapso de la Unión Soviética fue para él «la mayor catástrofe geopolítica del siglo».
Putin nació el 7 de octubre de 1952 en Leningrado, que tras la disolución de la URSS se convirtió en la segunda mayor ciudad del país y recuperó su antiguo nombre, San Petersburgo.
Estudió Derecho y entró en política a comienzo de los años 90 como asistente del alcalde de San Petersbugo, Anatoli Sobchak, al que se considera su mentor y también del primer ministro, Dmitri Medvedev. Precisamente una hija del antiguo alcalde, Xenia Sobchak, se presenta también a las elecciones presidenciales del domingo.
Putin saltó a la política nacional a mediados de los 90, cuando pasó a trabajar en la Administración presidencial de Yeltsin, nombramiento que después le posicionó como su sucesor natural a la presidencia.
Putin sirvió como presidente durante dos mandatos, hasta 2008, agotando así el máximo estipulado entonces por la Constitución. Entonces pasó al puesto de primer ministro e impulsó a su aliado Medvedev a la presidencia.
Mientras era primer ministro, se reformó la Constitución y se amplió el mandato presidencial a seis años. Putin fue elegido de nuevo presidente en 2012 y ahora se presenta a la reelección.
Putin y sus aliados afirman que su política exterior hizo que Rusia recuperase su fortaleza y orgullo nacional. Para muchos rusos, la anexión de la península ucraniana de Crimea fue el acto más monumental de su tercer mandato, que ahora termina.
Sin embargo, para Occidente esa anexión fue una violación del derecho internacional. El apoyo de Moscú a los separtatistas del este de Ucrania generó tensiones con Occidente, y la Unión Europea (UE) le impuso sanciones económicas en 2014. El apoyo de Putin al presidente sirio, Bashar al Assad, también lastra la relación con Europa y Estados Unidos.
A nivel interno hay críticas sobre todo por parte de los votantes jóvenes. La corrupción, la falta de reformas y el ruinoso estado del sistema sanitario sacan regularmente a miles de personas a la calle en manifestaciones en todo el país. A los defensores de los derechos humanos les preocupa que el Gobierno sea cada vez más restrictivo contra los manifestantes y opositores.
Una de las pasiones de Putin desde la adolescencia son los deportes de combate y, según declaró él mismo, sigue entrenando a diario en su gimnasio privado. A lo largo de los años mostró lo mucho que le gusta fotografiarse practicando judo, hockey sobre hielo o montando a caballo y pescando a pecho descubierto.
El presidente tiene dos hijas con su ex mujer, Liudmila, y ya es abuelo. La pareja se separó en 2013, después de 30 años de matrimonio. Desde entonces Putin es oficialmente soltero, aunque es muy apreciado entre las mujeres mayores rusas.
Por Peter Spinella y Claudia Thaler (dpa)