Pekín, 24 may (dpa) – En su visita a China, la canciller alemana, Angela Merkel, vuelve a reunirse con hombres complicados y fuertes. Hace un par de semananas mantuvo un encuentro con el presidente estadounidense, Donald Trump. El viernes hizo un viaje express a Sochi para visitar al presidente ruso, Vladimir Putin. Y ahora se enfrenta a otros dos poderosos con mucha seguridad en sí mismos: el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro, Li Keqiang.
Unas semanas después de haber asumido su cuarto mandato, la canciller ha vuelto definitivamente a su papel como política de asuntos exteriores.
Washington se retira cada vez más de la política internacional, a pesar de sigue jugando en primera división con su guerra comercial con China y su disputa con Corea del Norte, e interpreta el papel de alborotador mundial. Merkel, considerada en otro tiempo la mujer más poderosa del planeta, a veces ya sólo puede desempeñar un papel secundario. Esa es la impresión que da en parte en su undécimo viaje a China.
La canciller sabe de sobra quién toma las decisiones en Pekín. Xi Jinping se aseguró su mandato casi vitalicio en el último congreso del partido. Por ello, Merkel no necesita conversar con Li sobre los temas de política internacional, ya que el primer ministro no está entre los confidentes de Xi y, al contrario que sus predecesores, sólo es una especie de gerente.
El presidente Xi reúne todo el poder y se ocupa también de Irán y Corea del Norte. La canciller alemana es realista en cuanto a poder cambiar algo en las conversaciones sobre el acuerdo nuclear con Irán o la guerra comercial con Estados Unidos, ya que para los chinos el único rival relevante es Trump. Pekín considera a Europa una especie de península asiática o, en el mejor de los casos, el final del continente asiático.
Lo más reseñable de la visita de Merkel a Pekín podría considerarse el llamamiento de ambos países al líder norcoreano, Kim Jong-un, y a Trump a mantener la cumbre prevista para 12 de junio en Singapur. Pero a pesar del acercamiento entre Berlín y Pekín, no se han producido avances concretos en otras cuestiones como que las empresas alemanas tengan el mismo acceso a China que el que tienen las compañías chinas en Alemania.
Otro de los puntos que ha puesto de relevancia el encuentro en Pekín es que China y Alemania son aliados en la lucha por la continuidad del pacto nuclear con Irán, pero fuertes rivales en la carrera por las innovaciones en inteligencia artificial o la movilidad autónoma del futuro.
Pese a todo, Merkel no ha perdido su influencia. Pekín necesita a Europa como compensación e instrumento de equilibrio frente a los estadounidenses. Además, los chinos ven a la canciller como la interlocutora más demandada en Europa, pero ella no va a permitir que la utilicen de manera táctica, ya que lo más importante sigue siendo la relación de Alemania con Estados Unidos.
Por Jörg Blank y Andreas Landwehr (dpa)