Madrid, 24 nov (EFE).- Menos del 1 % de la carne de buey que se vende en España como tal, lo es; en realidad, se trata de carne de vaca, según el gerente de la cárnica Valles del Esla, Luis Miguel Mencía, y el director general de Raza Nostra, Carlos Rodríguez, quienes alertan de un fraude en el etiquetado.
Costear la crianza de un buey supone inversiones de entre los 4.000 y 6.000 euros por cabeza durante los cinco años que dura el proceso hasta que llega el momento del sacrificio.
Valles del Esla, compañía de la familia Álvarez, también propietaria de Vega Sicilia, es la única marca de carne española con identificación geográfica protegida; cuenta con una cabaña de 1.500 bueyes y sacrifican al año unos 440, aunque aspiran a elevar esta cifra hasta los 680 ejemplares.
Según Mencía, mercados y restaurantes ofrecen habitualmente carne de buey, pero «la verdad es que raramente se trata de este tipo de carne, sino de cebón o de vaca».
Una situación que se aprovecha de forma más o menos fraudulenta a través de la venta de vacas engrasadas o la importación de productos similares procedente de otros países, especialmente de Irlanda o Dinamarca, explican en la compañía.
Mencía ha recordado que un buey auténtico es un macho castrado con más de 48 meses y que, en el caso de los de Valles del Esla, son animales de raza parda de montaña con más de cuatro años en el momento del sacrificio, según establece la legislación española.
A su juicio, la picaresca está en todas partes y que a ellos incluso les ha pasado en restaurantes a los que hace tiempo que han dejado de vender que éstos siguen manteniendo en su carta que «sirven nuestra carne; o a gente a la que ya no servimos, después de haberles hecho un seguimiento comprobando por el ADN que la carne de buey que decían que era nuestra, no lo era».
Que te den gato por liebre es lo que puede estar pasando en muchas mesas y carnicerías, pero como insiste Mencía hay mucha diferencia entre la carne de buey -con una grasa corpulenta y blanca, casi de color perla-, y la de vaca -amarilla y que pertenece a la vaca vieja, muchas de ellas explotadas para leche durante más de diez u doce años-.
Precisamente, la diferencia del coste de producción entre una y otra carne es tan amplia que eso es lo que mueve a que se produzcan estos fraudes, ha apuntado Mencía.
Precisamente la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) alertó de esta situación en uno de sus informes.
Uno de los problemas que recientemente ha tenido que afrontar la compañía ha sido el robo de 34 bueyes -de media llegan a pesar mil kilos cada uno- a uno de los ganaderos con los que trabaja.
Se trataba de una red delictiva especializada en el robo de ganado que operaba desde 2002 y a los que la Policía consiguió identificar, aunque no se recuperaron los animales robados.
Valles del Esla inició su actividad en 1996, factura en la actualidad unos seis millones de euros y, aunque aún no ha empezado a dar resultados positivos, acumula inversiones de unos 18 millones de euros.
Parte del destino de estas inversiones, además de las instalaciones y de un matadero a 20 minutos de donde se encuentran los bueyes -para evitarles un estrés que podría echar a perder la carne- se han destinado a I+D
Concha Rubio Bastida