(dpa) – Existe toda una serie de debates en torno al cigarrillo electrónico y sus eventuales peligros. Pero de todas maneras hay una frase que prácticamente todos los involucrados suscribirían, desde el médico hasta el fabricante: el cigarrillo electrónico representa la alternativa menos dañina en comparación con el cigarrillo tradicional.
La pregunta es qué significa «menos dañiña», y allí vuelven a dividirse en parte fuertemente las opiniones al respecto. Una de las pocas cosas que queda en claro es que hay pocas certezas.
Al mismo tiempo aparecen una y otra vez nuevos estudios, que pintan un cuadro en parte dramático sobre los peligros para la salud, por ejemplo en relación a la bronquitis o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
A esto se suman misteriosas enfermedades pulmonares en Estados Unidos, con más de 50 casos mortales. Se presume que la causa sería sin embargo un aceite especial con vitamina E, y no el cigarrillo electrónico en sí.
POCO CONTAMINANTES, PERO NO EXENTOS DE SUSTANCIAS NOCIVAS
«Se debe contemplar diferenciadamente al cigarrillo electrónico; también por eso se produce la confusión en la opinión pública», sostiene desde el Centro Alemán de Investigación Oncológica (DKFZ) Katrin Schaller.
Según explica, es una certeza que el humo de los cigarrillos normales contiene miles de sustancias y alrededor de un centenar de ellas son cancerígenas. «En comparación, el aerosol del cigarrillo electrónico contiene significativamente menos sustancias nocivas. Sin embargo, está lejos de estar libre de sustancias nocivas».
El grado de perjuicio depende de diferentes factores, como qué líquidos son utilizados y la potencia del cigarrillo electrónico. «Naturalmente también debemos comparar la contaminación con el no fumar. Y, comparado con eso, se trata de un claro y evitable perjuicio, sobre todo en jóvenes», apunta la experta.
A LA INVESTIGACIÓN LE FALTAN DATOS
¿Pero cuál es la magnitud del perjuicio? Los fabricantes reunidos en la Alianza para el Consumo sin Tabaco de Alemania (BfTG, por sus siglas en alemán) señalan a estudios que contabilizan el riesgo «menor»: un 95 por ciento menos de riesgo, por ejemplo, e incluso un 99,5 menos de riesgo de cáncer.
Pero los expertos advierten que todavía es demasiado temprano para dar datos concretos de este tipo. «En los cigarrillos llevó décadas hasta que pudimos evaluar correctamente el peligro que representaban para la salud», indica Wulf Pankow, de la Sociedad Alemana de Neumonología y Medicina Respiratoria (DGP). «Los cigarrillos electrónicos simplemente no existen hace tiempo suficiente, por lo tanto nos faltan datos suficientes», afirma.
«NUMEROSOS INDICIOS» DEL PELIGRO
La magnitud del problema queda en claro con el interrogante sobre el riesgo de cáncer: los primeros estudios sobre el cigarrillo electrónico que abarcan un período de tiempo algo más largo se están publicando ahora.
El tiempo de observación es de dos o, a veces, tres años. Pero para poder evaluar correctamente el riesgo de cáncer, habría que observar más bien de 10 a 20 años, explica Katrin Schaller.
Y la niebla también se disipa lentamente respecto a otras enfermedades: «Aún no sabemos qué daños a la salud y consecuencias a largo plazo acarrea el consumo de cigarrillos electrónicos», comentó Pankow.
«Especialmente en lo que respecta a los pulmones y los vasos sanguíneos, existen numerosos indicios de que el consumo no es, al menos, inofensivo», añade.
¿CUÁN ADICTIVOS SON LOS CIGARRILLOS ELECTRÓNICOS?
Según señala Pankow, asimismo aquí hay al menos indicios de un problema. «Los cigarrillos electrónicos también contienen nicotina», explica. «Nicotina es la sustancia que genera adicción en los cigarrillos convencionales, y por eso se parte de que también los cigarrillos electrónicos representan un peligro de adicción», puntualiza.
¿Y qué pasa con el cigarrillo electrónico como una contribución para perder el hábito? El experto de la DGP señala que esto asimismo es controvertido en las investigaciones. «Por lo tanto no recomendamos el cigarrillo electrónico para perder el hábito. Esto solo puede tener sentido en determinados pacientes de alto riesgo que sin el vapeo, no podrían dejar de fumar de ninguna manera», añade.
Por Tobias Hanraths (dpa)