Roma, 10 dic (dpa) – El misterio sobre el robo de la «Mona Lisa» se prolongó más de dos años. Para la opinión pública, la desaparición del famoso cuadro del museo parisino Louvre en 1911 fue todo un escándalo. La policía siguió numerosas pistas y circularon todo tipo de rumores hasta que, sorprendentemente, el retrato pintado por Leonardo da Vinci reapareció en Italia. Mañana se cumple un siglo.
En un principio, el marchante italiano Alfredo Geri pensó que el cuadro robado que le ofrecían en una carta era una falsificación. El remitente del documento, firmado como «Leonardo», era Vicenzo Peruggia, el hombre que robó la sonrisa más famosa del mundo de la pinacoteca francesa. Ahora, en su carta a Geri afirmaba que su intención era devolver «La Gioconda» a su patria italiana. Y, por las molestias, pedía 500.000 liras.
Sin embargo, los planes de Peruggia no salieron bien. Geri pidió ayuda al director de la galería de los Uffizi, Giovanni Poggi, y aceptó la oferta del ladrón. Éste anunció a través de un telegrama su llegada a Florencia y el 12 de diciembre, condujo a Geri y Poggi hasta una caja de madera en la que guardaba la famosa obra de arte.
Poggi también esperaba una falsificación, pero las verificaciones constataron la autenticidad del lienzo. El director de los Uffizi y Geri avisaron a la policía, que detuvo a Peruggia. Su huella dactilar coincidía con la hallada en el cristal que protegía a la «Mona Lisa» en el Louvre. Los italianos se mostraron entusiasmados con lo ocurrido, celebraron la recuperación del cuadro y siguieron atentos el proceso contra el ladrón. Éste confesó y fue condenado a siete meses de cárcel.
La reaparición del cuadro sacó a relucir las deficiencias de la policía francesa, que pese a tener la huella dactilar no dio con el rastro del ex empleado del Louvre. Al ladrón tampoco le resultó difícil llevarse el cuadro: se escondió en un armario y al día siguiente, en el que el museo cerraba, descolgó el lienzo, lo sacó de su marco y se lo llevó bajo su chaqueta.
Aún hoy sigue especulándose sobre el verdarero móvil del robo. Aunque Peruggia afirmó que actuó por amor a su patria italiana, siempre hubo rumores sobre que no pudo haberlo planeado solo. Entre otros, se cree que pudo actuar por encargo de alguien que vendió falsificaciones de la «Mona Lisa» a varios marchantes. Sin embargo, no hay pruebas que sustenten esta teoría.
Cuando salió de prisión, Peruggia fue recibido por una multitud que lo aclamaba. Murió en Francia en 1925 y se llevó a la tumba el misterio sobre el origen del robo. Y aunque el ladrón pronto cayó en el olvido, el crimen hizo del enigmático retrato pintado por Da Vinci el cuadro más famoso del mundo.
Por Miriam Schmidt