(dpa) – El sólo hecho de que Simba esté vivo ya es un pequeño milagro. A fin de cuentas, este sapo no sólo sobrevivió a un viaje peligroso de 9.000 kilómetros desde el hemisferio sur del planeta hasta Alemania, sino también una pasada por la lavadora y el ataque de un gato hogareño.
Sin embargo, Simba, que viajó como polizonte en la bota de una turista de Johannesburgo a Düsseldorf, ahora encontró su hogar en la lejana Alemania. Una vez llegado al Aquazoo de la ciudad alemana, se quedó durante varios meses en cuarentena. De acuerdo con el banco de datos del zoológico de Düsseldorf, era el único sapo rojo africano (Schismaderma carens) en un zoológico alemán.
Pero hace pocos días, el zoológico tuvo una gran sorpresa para el pequeño animal de siete centímetros: una hembra de la misma especie, sin nombre, que al parecer había viajado de una forma igualmente curiosa a Alemania, llegó hasta allí desde la ciudad de Chemnitz.
«Sabemos que a los sapos rojos les gusta mucho meterse en los zapatos», dijo Sandra Honigs, vicejefa del Aquazoo. Los empleados del lugar creen que «Simba» es macho, mientras que su par de Chemnitz, que es mucho más grande, es una hembra.
Los sapos rojos africanos se encuentran en países como Angola, Botswana, Kenia, Mozambique, Zimbabwe y Sudáfrica, entre otros. Los machos suelen medir 8,8 centímetros y las hembras pueden llegar a los 9,2 centímetros.
Simba no sólo sobrevivió a las funciones de lavado y centrifugado de una lavadora, sino también los ataques de un gato, hasta que una mujer descubrió el pequeño animal que se había colado en su valija y había sobrevivido a las peripecias de un vuelo intercontinental en la helada bodega del avión.
Simba es el primer sapo rojo, pero no el primer polizonte que termina en el Aquazoo, ya que a menudo son entregados allí gecos.
El encuentro entre los dos anfibios se produjo cuando a la gente de Chemnitz le llamó la atención, al revisar su banco de datos, que en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia, donde se encuentra Düsseldorf, su capital, había otro ejemplar de Schismaderma carens, y enviaron su sapo hacia allí.
Los dos batracios tuvieron que pasar tres meses en cuarentena y ahora pueden estar juntos, aunque, desde ya, lejos de su hogar. Los especialistas del Aquazoo incluso tiene la esperanza de que, con la cercanía, estos dos polizontes incluso se apareen y tengan cría.
Sin embargo, esto parece bastante lejano. De acuerdo con los empleados del lugar, el primer encuentro entre los dos animales no se pareció en nada al «amor a primera vista».
Los dos batracios saltaron en direcciones opuestas y se escondieron tan bien que los trabajadores del Aquazoo los tuvieron buscar durante bastante tiempo.
Por Johannes Neudecker y Frank Christiansen (dpa)