Krasnodar (Rusia), 27 jun (dpa) – La selección española está sola en el Mundial. En los tres partidos de la fase de grupos apenas se pudo ver a hinchas de apoyando al equipo de Fernando Hierro, en puro contraste con el color ofrecido por argentinos, brasileños, peruanos o australianos.
Según datos de la FIFA justo antes del arranque del Mundial, Rusia aparecía obviamente al frente del ranking de entradas vendidas con 871.797 y el siguiente era Estados Unidos, una selección que no está en el Mundial con unas sorprendentes 88.825, aunque con la obvia explicación del número de inmigrantes del país.
Le seguían Brasil (72.512), Colombia (65.234), Alemania (62.541), México (60.302), Argentina (54.031), Perú (43.583), China (40.251), Australia (36.359) e Inglaterra (32.362). Muy atrás aparecía España sin llegar a los 13.000 tickets adquiridos.
«Es la dificultad del viaje y que no hay mucho dinero», explican fuentes de la federación española, que intentan reforzar su argumento con la extraordinarias audiencias de los partidos por televisión.
El encuentro del lunes ante Marruecos logró una audiencia récord en España con 11.560.000 espectadores enganchados al partido desde sus hogares, lo que supuso una cuota de pantalla del 70,3 por ciento. Mucho más que la final de la Liga de Campeones entre Real Madrid y Liverpool del 26 de junio, con una audiencia de 9.300.000.
Las tres sedes de los partidos de España en la fase de grupos -Sochi, Kazán y Kaliningrado- no fueron realmente atractivas desde el punto vista turístico para los españoles, con viajes largos y costosos además. Pero lo mismo podrían decir otras selecciones que sí están arrastrando masivos seguimientos de sus hinchas en Rusia.
Otro argumento de la federación española es la situación económica de un país con una tasa de paro del 16 por ciento, un 45 por ciento de desempleo en la edad comprendida entre 18 y 24 años, un salario medio de 1.639 euros (1.907 dólares) y un 21 por ciento de la población que vive con menos de 8.500 euros al año.
El precio de las entradas para el mundial de Rusia, tanto en partidos de fase de grupos como en eliminatorias, se incrementaron en un 68 por ciento en comparación con Alemania 2006, según un informe de la consultora internacional de marketing Simon-Kucher & Partners. Los tickets van desde los 105 dólares de los más baratos a los 1.100 de los más caros para la final, con precios medios sobre los 300 dólares.
La cuestión es que selecciones con economías supuestamente más pobres que la española -Argentina, Uruguay, Colombia, México o Perú- sí están arrastrando a sus aficionados. Y con viajes todavía más largos e incómodos.
La federación española eligió Krasnodar como «cuartel general» y no se vio ni un solo hincha español en la anodina, calurosa y fatigosa ciudad. Tampoco sus habitantes están interesados en ver los entrenamientos de una selección que se ejercita solo ante prensa durante los 15 minutos que dura cada sesión abierta.
Es una situación muy diferente a la que se encontró el equipo español en sus sedes de Potchefstroom, en Sudáfrica 2010, o Curitiba, en Brasil 2014. Entonces siempre había decenas de aficionados -viajeros o autóctonos- en busca de autógrafos y la federación organizaba entrenamientos a puerta abierta a petición popular.
Y, por supuesto, también está influyendo el perfil adoptado por la selección española en estos días, un equipo que abrió el Mundial con el enredo del cambio de seleccionador y siguió con partidos muy poco estimulantes para su afición.
Mientras, cabe reconocer que España posee un plantel en el que abundan futbolistas de escaso carisma y ariscos, poco atentos a los detalles con sus hinchas. Poco que ver con aquella selección de Sudáfrica en la que estaban jugadores Iker Casillas, Carles Puyol, David Villa, Xavi Hernández, Fernando Torres y demás. Ídolos mediáticos, además de futbolísticos, que ahora no tiene el equipo nacional más allá de Andrés Iniesta, Sergio Ramos, Gerard Piqué y un Isco pendiente de sostener su extraordinaria evolución.
La federación española espera encontrar más apoyo para el domingo, con el comienzo de las eliminatorias. Es un partido muy atractivo, ante la anfitriona, en domingo y con la hermosa Moscú como reclamo turístico.
«El resto lo harán los resultados», afirma la federación casi como un ruego.
Y siempre quedará el consuelo de sentir el latido de los corazones en la distancia, como sugirió Hierro antes del partido ante Marruecos: «Puedan venir más o menos, pero notamos su calor y la responsabilidad de representarlos».
Por Alberto Bravo (dpa)