A falta de incidentes y disputas deportivas, Rihanna decidió convertir el pasado Gran Premio de Singapur en un evento memorable a través de la transgresora actuación que ofreció tras la carrera. Enfundada en un indescriptible vestido estampado de manga corta y una especie de camisa sobredimensionada de color verde, la artista de Barbados hizo honor a su negativa reputación estilística y, por si eso no fuera suficiente, exhibió su entrepierna sin contemplaciones y en actitud desafiante.