(dpa) – Un consejo frecuente para ahorrar energía es: si se necesita un nuevo electrodoméstico, mejor comprar uno de bajo consumo y preferiblemente de las clases de alta eficiencia energética.
En Europa, muchos electrodomésticos, como lavadoras, lavavajillas, frigoríficos y congeladores, así como televisores, monitores y bombillas, llevan una etiqueta de la Unión Europea. Suele tratarse de un pequeño adhesivo con una escala de colores y clases de la A a la G que indica al comprador hasta qué punto el producto consume electricidad de forma económica.
Cuanto más verde, mejor. El verde representa una alta eficiencia energética, mientras que las etiquetas amarilla y roja son correspondientemente peores. La clasificación de la A a la G es un poco más complicada: en 2021, esta se ajustó para poder reflejar los futuros pasos de desarrollo de los aparatos en cuanto a consumo de energía.
Las clases de eficiencia energética A+, A++ y A+++, que eran las más altas hasta hace poco, se han suprimido para muchos aparatos. La clase de eficiencia energética más alta es ahora simplemente A.
Es importante saberlo: los frigoríficos y congeladores, por ejemplo, que antes tenían una clasificación A+++, ahora tienen una clasificación C o D como máximo, lo que no significa que sean peores que antes.
De este modo, se ha creado espacio hacia arriba, para nuevos aparatos aún más económicos. «La mejor clase A ha quedado libre para que los fabricantes tengan un incentivo para seguir aumentando la eficiencia energética de sus aparatos en el futuro», explica Claudia Oberascher, de la organización alemana HEA, que busca fomentar la eficiencia energética.
Esto significa que, dependiendo del grupo de aparatos, puede ocurrir que actualmente ya no se encuentre ninguna unidad A o que haya muy pocas.
«Si se quiere que el nuevo electrodoméstico consuma la menor energía posible, se debe prestar especial atención a los datos de consumo energético y comparar varios aparatos», aconseja Claudia Oberascher.
Por cierto: la etiqueta de la UE no solo informa sobre el consumo eléctrico y la eficiencia energética, sino también sobre otros criterios de compra, por ejemplo, en el caso de las lavadoras, el tamaño, el consumo de agua, la clase de centrifugado y el volumen.
«En el caso de la mejor clase de eficiencia, el consumo de electricidad es el más bajo. Que una compra resulte económica depende del electrodoméstico y del consumo real de electricidad», señala Martin Brandis, del servicio de asesoramiento energético del centro alemán de atención al consumidor. Especialmente en el caso de electrodomésticos que funcionan durante mucho tiempo o en ciclo constante, como frigoríficos, lavadoras y lavavajillas, el experto aconseja optar por la gama superior.
Las diferencias entre las clases de eficiencia pueden ser considerables. «Los frigoríficos y congeladores con una clasificación D, por ejemplo, tienen un consumo significativamente mayor que los que tienen una clasificación C», explica Brandis. «En vista de los elevados costes energéticos actuales, esta diferencia es importante cuando los aparatos funcionan en ciclo continuo», añade el experto.
Según Claudia Oberascher, en el caso de frigoríficos y congeladores, las diferencias de consumo entre las distintas clases suponen alrededor del 20 por ciento. Otro consejo para ahorrar dinero: los hogares pequeños no deben comprar electrodomésticos demasiado grandes y cuestionarse si son necesarios segundos y terceros electrodomésticos.
Sustituir un electrodoméstico antiguo por uno nuevo por razones de coste es una decisión individual. «No es posible hacer una afirmación general: si un electrodoméstico tiene 20 años o más, debería plantearse la compra de uno nuevo», asevera Claudia Oberascher.
Así y todo, hay una guía aproximada: «Si se compró un buen frigorífico y congelador, una lavadora o un lavavajillas de una clase de eficiencia alta hace diez años, esto puede significar que estos electrodomésticos siguen siendo relativamente económicos hoy en día», explica Oberascher, y añade que la situación podría ser distinta si ya entonces tenían una clase de eficiencia inferior.
Antes de sustituir un electrodoméstico antiguo, el asesor energético Martin Brandis aconseja determinar su consumo exacto con ayuda de un medidor de consumo. «Si no está muy por encima del valor dado para los modelos actuales, no necesariamente hay que comprar uno nuevo», especifica Brandis.
La información que dan los fabricantes en la etiqueta energética a veces puede desviarse considerablemente de las mediciones propias. Esto ocurre sobre todo con las lavadoras y los lavavajillas, que suelen consumir más. Una razón: «Toda la información de la etiqueta energética se refiere al programa Eco», explica Claudia Oberascher. «Si se utilizan otros programas, se consumirá más energía», precisa la experta.
Algo similar ocurre con los televisores. «Aquí, la etiqueta suele hacer referencia al estado de suministro de los aparatos», señala Martin Brandis. Si se cambian los ajustes de fábrica y, por ejemplo, se aumenta el brillo, el consumo de energía puede incrementarse enormemente.
En conclusión, esto demuestra que las etiquetas energéticas son una ayuda para seleccionar los electrodomésticos y, por lo tanto, también para ahorrar electricidad. Los consumidores pueden utilizarlas para valorar si un aparato es especialmente económico o no.
Sin embargo, que se consiga realmente el ahorro deseado depende a menudo en gran medida del comportamiento del usuario. Claudia Oberascher concluye: «Para que un aparato sea económico, deben seleccionarse programas de bajo consumo energético».
Por Katja Fischer (dpa)