(dpa) – En la India mueren más niñas que niños. Y más niñas que niños abandonan prematuramente la escuela. Además, muchas mujeres no tienen un empleo formal. A pesar de ello, según datos de más de 100 aerolíneas recogidos por la Sociedad Internacional de Mujeres Piloto de Líneas Aéreas, el país tiene el mayor porcentaje de pilotas del mundo.
Según estas cifras, el 12,4 por ciento de todos los pilotos comerciales de la India eran mujeres en 2021, frente a solo el 6,9 por ciento en Alemania.
La aerolínea alemana Lufthansa es consciente de las estadísticas, como escribe uno de sus portavoces: «Lamentablemente, el número se ha mantenido en este nivel durante décadas, aunque aprovechamos todas las oportunidades posibles para animar a las mujeres a presentar una solicitud».
A la pregunta de qué hace exactamente Lufthansa, otro portavoz escribe: «Para ello, en nuestra campaña de comunicación nos dirigimos directamente a las mujeres y las animamos a elegir esta profesión, además de colaborar cada vez más con pilotas de referencia en nuestros actos informativos para dar a conocer, especialmente a las interesadas, la profesión en la cabina y convencerlas de que se formen en nuestra escuela de vuelo».
Pero entonces, ¿cómo consiguieron las mujeres indias en particular salir adelante en su país, más bien conservador, y en un trabajo dominado por los hombres?
En primer lugar, en la India hubo, antes que en Alemania, mujeres pioneras que allanaron el camino a sus sucesoras. En 1966, según la Asociación de Mujeres Pilotos de la India, Durba Banerjee fue la primera pilota de una aerolínea comercial en la India, Indian Airlines, que más tarde se fusionó con Air India. En Lufthansa, por ejemplo, según la compañía, Nicola Lisy y Evi Hetzmannseder fueron las primeras mujeres que pilotaron un avión recién en 1988.
La india Nivedita Bhasin voló por primera vez un Boeing 737 en 1989 como capitana, a los 26 años, y cuatro años antes como copiloto de un avión con una tripulación exclusivamente femenina. En el ínterin jubilada, Bhasin recuerda que en aquel entonces fue la primera piloto comercial de la India que, además de su trabajo, tenía hijos, y que en aquella época no podía ver a sus hijos de seis años más de dos semanas seguidas. La situación, prosigue, era desgarradora, y sentía que tenía que trabajar el doble para demostrar que las mujeres podían hacer tanto en la cabina como los hombres. La expiloto opina que, en la actualidad, sus colegas mujeres lo tienen más fácil.
Varias aerolíneas indias tienen ahora políticas especiales para las pilotos que les facilitan a estas compaginar su trabajo con la vida familiar. La aerolínea Vistara, por ejemplo, concede a las pilotos seis meses de permiso parental. Indigo ofrece a las pilotos con hijos menores de cinco años la posibilidad de tomarse dos semanas libres al mes. Spicejet les permite elegir su base de operaciones, y las pilotos con hijos pequeños tienen la opción de trabajar temporalmente como personal de tierra.
Kunjal Bhatt es instructora de vuelo en una de las escuelas de vuelo más conocidas de la India, la Indira Gandhi Rashtriya Uran Akademi. Bhatt afirma que, en la promoción actual, 80 de los 280 alumnos son mujeres, y que el pensamiento más progresista de algunos hombres ayuda a las mujeres. Por ejemplo, su yerno siempre cuida de los niños cuando su hija tiene que volar. Bhatt espera que algún día la proporción de géneros en la profesión se equipare.
La instructora también señala que las Fuerzas Aéreas indias tienen una organización juvenil que ofrece formación gratuita de dos semanas en aviones pequeños a unos 300 miembros cada año. El objetivo es animar a los jóvenes a hacer carrera en las Fuerzas Aéreas, pero algunos se sienten atraídos por la aviación comercial.
Bhasin añade que en India hay varias becas de Gobiernos locales, fundaciones y escuelas de vuelo para aspirantes a pilotos. Esto se debe, explica Bhasin, a lo caro que resulta obtener una licencia de piloto comercial, y que ella misma pagó su formación con la ayuda de una beca que su madre solicitó en su nombre.
Los esfuerzos de su madre armonizan con el motivo que tanto Bhasin como Bhatt creen que más les ayuda o les ha ayudado a ellas y a muchas de sus colegas: sus familias. Las mujeres indias suelen vivir en familias numerosas, y es parte importante de la cultura que los miembros de la familia se apoyen mutuamente.
Teniendo en cuenta los elevados costos de una licencia de piloto comercial, los miembros de la familia pueden ayudar con la financiación, por ejemplo. Además, a las madres que vuelan les resulta más fácil encontrar apoyo en una familia extensa cuando se trata de cuidar a los niños.
Bhasin cuenta que, cuando ella volaba, su madre, su suegra, sus tías y sus primas se ocupaban de sus hijos. «En India, las familias están muy unidas y no nos importa pedir ayuda. Es normal que todo el mundo ayude», puntualiza la expiloto.
Por Sunrita Sen y Anne-Sophie Galli (dpa)