(dpa) – En otoño las hojas de los árboles cambian de color y el verde se torna amarillo, rojo o marrón dependiendo de la especie, para luego caer, en un proceso de la naturaleza ante el que lo más normal es que nos preguntemos por qué.
Esta sucesión de cambios tiene su origen en la transformación que la luz solar produce en las hojas, lo que conocemos como fotosíntesis. En verano las hojas de la mayoría de las plantas son verdes debido a la clorofila y el reflejo de la la luz solar. Los demás componentes son absorbidos para convertirse en almidón.
Otros pigmentos de color que se pueden hallar en las hojas de los árboles son los carotenos (naranja), antocianinos (rojo) y xantófilos (amarillo), que sustituyen completamente a la clorofila.
En otoño, la clorofila se degrada, según explican técnicos de la Academia de Jardinería de Renania-Palatinado, en Alemania Occidental. Los árboles almacenan la clorofila en las raíces, junto con otros nutrientes e hidratos de carbono, evitando que se pierda con la caída de las hojas.
Ante la falta de clorofila, es el momento de que los otros pigmentos ocupen su lugar. La antocianina roja, la xantófila amarilla y el caroteno naranja no necesitan superponerse al verde original, y es a partir de ese momento cuando los árboles cambian de color y muestran los bellos colores propios del otoño.
La coloración, sin embargo, termina cuando caen las hojas. Se trata de un mecanismo de protección que emplean los árboles para protegerse del frío durante el invierno, pero también para evitar su muerte por falta de hidratación.