Tucson (EEUU), 6 feb (EFE).- El problema de los niños indocumentados que cruzan solos la frontera entre México y Estados Unidos es creciente que requiere que ambos países tomen medidas que protejan a este grupo tan vulnerable, dijo a Efe un experto de la Conferencia de Obispos Católicos estadounidense.
«Los casos de cada menor de edad que viaja solo deben de ser revisados de una forma eficiente (así como) sus peticiones de asilo político basadas en la violencia generada por los cárteles», dijo Kevin Appleby, director de Política de Inmigración y Asuntos Públicos de Servicios de Migración y Refugiados de la Conferencia.
Según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección de la Frontera de EEUU, desde 2011 se ha registrado un considerable incremento de casos de niños que cruzan solos en la frontera hacia territorio estadounidense.
Entre 2004 y 2011, el Gobierno Federal estadounidense ha informado de la detención de unos 6.800 niños sin acompañantes cada año, cifra que aumento a 13.000 en 2012 y más de 24.000 en 2013, en su mayoría procedentes de México, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los menores de origen mexicano son devueltos a su país, aunque expresen su temor a retornar a sus hogares ante la creciente violencia generada por los cárteles de la droga y el crimen organizado.
«Creemos que se debe de establecer un mejor sistema que evalúe las declaraciones y las peticiones de asilo de niños mexicanos, cuyas vidas en ocasiones peligran ante la presencia de los cárteles», dijo el activista.
El pasado mes de noviembre, representantes del Servicio de Migración y Refugiados del episcopado de EEUU han viajado a Centroamérica para establecer las principales causas por las que estos niños deciden dejar sus hogares y arriesgar incluso sus vidas para llegar a este país.
La organización religiosa determinó que las fuerzas «de empuje» que impulsan a estos niños incluyen la ausencia de oportunidades económicas, la falta de calidad educativa y de acceso a la educación en general y el deseo de reunirse con sus familias en EEUU.
La delegación determinó que los secuestros, pandillas y la violencia generada por los cárteles son un factor que cobra cada vez más fuerza.
Appleby indicó que estos peligros deben de ser tomados en cuenta por las autoridades federales en el momento de revisar un caso migratorio de un menor de edad.
Por eso, consideró que México, con ayuda del Gobierno de EEUU, debe establecer un sistema de bienestar infantil para proteger a los niños emigrantes que corren un alto riesgo de caer en las manos de redes criminales dedicadas a la trata de personas.
Esto incluye capacitación a profesionales que brindan atención directa y funcionarios del Gobierno para que empleen técnicas apropiadas para niños cuando los atienden, así como el establecimiento de albergues donde se sientan seguros para denunciar delitos cometidos en su contra.
Sugiere también la elaboración y aplicación de herramientas y métodos estandarizados para detectar si los niños emigrantes tienen síntomas de trauma y si hay trata de seres humanos.
Appleby reconoció que existen casos de niños centroamericanos que mienten a las autoridades estadounidenses sobre su nacionalidad y aseguran que son mexicanos y tienen intenciones de tratar de cruzar nuevamente la frontera de manera ilegal.
«Esto los pone en un grave peligro, en las manos de traficantes de personas», dijo sobre los menores centroamericanos, que pueden pasar varios meses en albergues en EEUU hasta que se logra contactar con alguno de sus familiares.
Para este experto, este tema debe de formar parte de las negociaciones para aprobar una reforma migratoria, donde la seguridad en la frontera ha tomado el primer plano, dejando a un lado la crisis humanitaria que se vive en ambos países y que anualmente es causa de la muerte de cientos de indocumentados.
«Está claro que la inmigración de niños es un problema creciente y ya no podemos ignorarlo, debemos buscar las raíces del problema, pero también debemos ofrecer protección a este grupo tan vulnerable», concluyo Appleby.
María León