La reina del pop se ajustó por completo al guion estético que suele ofrecer en sus desplazamientos aéreos, caracterizados siempre por la ropa cómoda, el color negro y los inseparables guantes con los que oculta las llamativas venas de sus manos. El gusto de Madonna por las cremalleras se vio en esta ocasión representado por una chaqueta repleta de ellas, mientras que las grandes gafas de sol con las que ocultó su rostro en el aeropuerto JFK de Nueva York ponen de manifiesto que no ha perdido sus aires de diva tras más de 30 años de carrera musical.