Ammán, 29 sep (dpa) – Durante tres siglos, la familia de Abu Jahja vivió en el norte de Siria. Sobrevivió a dos guerras mundiales e innumerables conflictos regionales en su pueblo natal, Ain al Yuseh, en los alrededores de Homs. Pero entonces llegaron los yihadistas y a los sirios cristianos sólo les quedó la opción de huir.
«Combatientes islámicos llegaron a nuestra casa y dijeron que teníamos dos posibilidades: convertirnos al Islam o irnos», explicó Abu Jahja, quien vive actualmente en el campamento de refugiados de Saatari, en Jordania. «Para nosotros ya no hay más lugar en Siria», indicó. Tiene miedo y ni siquira quiere dar su apellido.
Dos años y medio después del inicio del levantamiento contra el presidente Bashar al Assad en Siria, con la creciente ola de refugiados son cada vez más los cristianos que abandonan el país árabe. Los líderes religiosos advierten incluso de que la creciente influencia de extremistas islámicos podría significar el fin de la comunidad cristiana más antigua del mundo.
Los cristianos representaban al inicio del conflicto en marzo de 2011 alrededor del diez por ciento de los 20 millones de habitantes de Siria. Según las estimaciones, entre los dos millones de sirios que huyeron al extranjeros hay alrededor de 100.000 miembros de las diversas confesiones cristianas.
Si bien hay algunos clérigos que son seguidores de Al Assad y algunos cristianos opositores al régimen, la mayoría de ellos intentaron al principio mantenerse al margen de la guerra civil.
Por eso son vistos por algunos opositores como «colaboradores». Cuanto más se prolonga la guerra civil y más aumenta su brutalidad, con más más frecuencia se dieron ataques contra cristianos. Se han producido secuestros de obispos e incluso asesinatos de clérigos.
Recientemente saltó a los titulares la histórica población cristiana de Maalula. Esta localidad, cerca de Damasco, donde las personas más ancianas aún hablan arameo, el idioma de Cristo, fue ocupada temporalmente por rebeldes islamistas.
Después, el régimen anunció -confiando en lograr un efecto mediático- que expulsó de allí a los islamistas, pero para entonces ya habían huido la mayoría de los cristianos.
Abu Mohammed al-Hamad, un comandante del opositor Ejército Libre de Siria en Alepo, quiere ganarse la confianza de la comunidad cristiana en su zona de influencia.
«Les aseguramos a nuestros hermanos cristianos una y otra vez que luchamos por una Siria libre y no por un Estado islámico», dijo. «Pero cada vez que se responsabiliza a los yihadistas de un ataque o de un secuestro, volvemos a perder la confianza de los cristianos en la revolución y en nosotros».
Los sirios cristianos en el exilio piensan entretanto dónde pueden vivir en el futuro.
Muchos dirigen su mirada a Europa, porque perdieron la esperanza de poder regresar a su país natal.
«El extremismo destruyó a Irak, al Líbano, a Egipto y ahora a Siria», se lamenta el joyero George, de 52 años y originario de Damasco.
George está haciendo una fila ante la embajada sueca en Ammán, donde pretende presentar un pedido de asilo. «Para nosotros, los cristianos, sólo hay un camino: hacia el oeste».
Por Taylor Luck