(dpa) – Hace poco, en una fiesta, una mujer joven le dirigió la palabra a Louisa Baron para decirle que la seguía en Instagram y que la alentaba observar cómo ella lograba mantener un puesto tan bueno en el trabajo y ser mamá al vez. «Me puso muy contenta», dice Baron. «¿Qué más lindo que ser un modelo para otros que quizá tienen dudas o miedo?», afirma.
Ella misma se sintió insegura cuando supo que estaba embarazada en 2015. Baron, de ahora 31 años, había asumido hace poco la división de marketing de las Galerías Lafayette en Berlín. El puesto de sus sueños. «Trabajé muy duro para llegar hasta allí», cuenta. «Solía quedarme hasta tarde en la oficina, organizaba decenas de eventos por año», dice. ¿Cómo iba a continuar con todo eso con un bebé?
El peligro de un declive en la carrera es, de hecho, grande, dice Frank Schabel, de la empresa de servicios de personal Hays. Por eso, se recomienda la huida hacia adelante, es decir, hablar temprano con los jefes, planificar bien y ser claro. Esa fue también la experiencia de Louisa Baron, que habló con la gerencia ya en su cuarto mes de embarazo. «Mi estrategia fue sinceridad total y un manejo claro de las expectativas», dice. Pidió sin rodeos una licencia de un año con la opción de prolongarla si no encontraba lugar en la guardería.
A su vez, presentó un plan acabado de cómo podía estructurarse su sección hasta su regreso, aclarando quién podía asumir su puesto y cómo repartir las tareas en el equipo. Su jefe y el departamento de personal reaccionaron de forma positiva.
Mirjam Niedermeir, que trabaja como coach de mujeres que necesitan pedir licencias de maternidad, afirma que las conversaciones deben ser bien claras y realistas. «Si se cree que tres o seis meses de licencia son pocos, no hay que ofrecerlo», dice.
También es importante no desaparecer durante la licencia. «Yo aconsejo mantenerse en contacto», dice Niedermeier, que recomienda que los padres salgan a almorzar cada tanto con los colegas o se den una vuelta por la empresa.
Quien quiere recuperar su puesto o ascender debería planificar cuanto antes una conversación sobre su regreso. Para esto rige de nuevo pensar bien qué es posible y cómo comunicarlo. «Las mujeres suelen enfrentarse a preguntas como: ¿quién cuidará del niño? ¿qué pasa si se enferma?». Por eso, son ellas las que deben transmitir de forma creíble que ya pensaron en todas las variables, explica Niedermeier.
Louisa Baron tenía las cosas bastante claras cuando habló con sus superiores sobre su regreso. «Sabía que iba a ser la primera en querer probar con un modelo de medio tiempo a ese nivel. Por tenía que tener bien pensado de antemano cómo funcionaría eso», recuerda. Su plan consistió en trabajar tres días con jornadas largas y uno con jornada corta. Los viernes se los tomaría libres.
Tuvo la suerte de tener mucha ayuda de su entorno, y según Baron, es importante destacar esto. Ella y su esposo son de Berlín y tuvieron ayuda de tres abuelos y dos bisabuelos. La situación era claramente de win-win-win. Sin embargo, también es importante que el empleador tenga una postura abierta hacia este tipo de modelos. «También ayuda mucho la posibilidad de trabajar cada tanto desde casa», explica Schabel.
Para poder seguir liderando a tiempo parcial, Baron tuvo que modificar sus formas de trabajo. Antes siempre intentaba contestar cada e-mail de inmediato. «Eso no lo hago más. En lugar de ello, establezco prioridades bien claras y me fijo muy bien de qué meetings tengo que participar realmente», afirma. Otra capacidad clave para congeniar hijo y carrera es saber delegar. «No tenemos que poder hacer todo solas», dice. Ni en casa ni en el trabajo.
Por Teresa Nauber (dpa)