Las guerras civiles dividen las naciones en aspectos sociales, económicos y políticos, a menudo enfrentando unos vecinos contra otros. Un nuevo estudio publicado en ‘Science’ sugiere que los programas de reconciliación promueven la cicatrización de las heridas en la sociedad, pero estos logros son a costa de la reducción de la salud psicológica y el empeoramiento de la depresión, la ansiedad y el trauma.
«Nuestra investigación sugiere que hablar de atrocidades de guerra puede resultar psicológicamente traumático para las personas afectadas por la guerra. La invocación de recuerdos de la guerra parece volver a abrir viejas heridas de guerra –dice la doctora Oeindrila Dube, profesora adjunta de Política y Economía en la Universidad de Nueva York y autora del estudio–. Al mismo tiempo, el programa de reconciliación que examinamos también ha demostrado mejoras en las relaciones sociales en las comunidades divididas por la guerra».
El programa analizado, que fue diseñado e implementado por Fambul Tok, una ONG de Leona Sierra, puso a las víctimas cara a cara con los criminales en foros de la comunidad. Las víctimas detallaron las atrocidades de guerra; los autores admitieron los crímenes y buscaron el perdón por sus acciones, y nadie compensó económicamente ni fue castigado por sus actos. Los debates en el estudio se llevaron a cabo desde 2011 hasta 2012, una década después de que terminara la guerra civil.
Los investigadores, Jacobus Cilliers, de la Escuela McCourt de Política Pública en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos; Oeindrila Dube, de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, y Bilal Siddiqi, economista del Grupo de Investigación del Desarrollo del Banco Mundial, trabajaron con la investigación y las políticas de la ONG Innovation for Poverty Action (IPA) para llevar a cabo una evaluación independiente y aleatoria del programa.
El estudio se llevó a cabo en 200 aldeas, cien de las cuales fueron escogidas al azar para ofrecerles el programa de reconciliación. El equipo de investigación siguió a 2.383 personas de ambos conjuntos de pueblos, registrando sus actitudes hacia los excombatientes, su salud mental y la fuerza de sus lazos sociales 9 y 31 meses después del programa.
RESULTADOS POSITIVOS Y NEGATIVOS
Los resultados, publicados este jueves, revelan que la reconciliación tuvo consecuencias tanto positivas como negativas. Por un lado, se promueve la recuperación de la sociedad: el perdón de los antiguos autores aumentó considerablemente en las localidades del programa, según lo medido por un índice de preguntas que evalúa las respuestas emocionales y conductuales hacia este grupo.
La confianza de los excombatientes también se incrementó en un 22,2 por ciento, mientras que la confianza de los migrantes (muchos de los cuales son percibidos como excombatientes) se elevó un 6,7 por ciento. Además, la solidez de las redes sociales subió un 11 por ciento, conforme los individuos formaron más amistades y se apoyaron más unos en otros para el asesoramiento y la ayuda.
Las personas que vivían en las localidades del programa participaron más de grupos de la comunidad, como asociaciones de padres y docentes y organizaciones religiosas, y contribuyeron con más recursos a los bienes públicos, como los empleados para construir escuelas y clínicas de salud.
Por otra parte, estas ganancias llegaron a costa de la reducción de la salud psicológica: el programa empeoró la depresión, la ansiedad y el trauma. Por ejemplo, la prevalencia de trastorno de estrés postraumático clínica, o trauma severo, fue un 36 por ciento mayor en las localidades del programa que en las aldeas de comparación, donde la prevalencia de trastorno de estrés postraumático clínica fue del 8 por ciento.
Ambos efectos positivos y negativos persistieron durante hasta 31 meses después de finalizar el programa. «Nuestros resultados de ninguna manera socavan la necesidad de reconciliación, pero sugieren que las autoridades deben encontrar maneras de mitigar los efectos negativos de confrontar recuerdos de la guerra en el diseño de estos plantes», sugiere Cilliers.