Lindhoft (Alemania) (dpa) – El cable azul en espiral sobre los lomos de las vacas que pastan en un prado en el norte de Alemania recuerda vagamente a las mangueras de aire comprimido que se utilizan en las obras. Los transparentes tubos sobre sus puentes nasales parecen cánulas respiratorias. El equipo incluye sensores que analizan sus eructos.
«Estamos midiendo la cantidad de metano que emiten los rumiantes», explica Carsten Malisch, coordinador del proyecto de la Universidad Christian Albrecht de Kiel, en el estado federado de Schleswig-Holstein. La prueba es llevada a cabo bajo condiciones reales.
Aquí, en la granja experimental de Lindhoft, los investigadores tratan de averiguar en qué medida se puede reducir el metano que producen las vacas durante su proceso digestivo si se las alimenta con hierbas aromáticas y plantas medicinales. A escasos metros del Mar Báltico, once cabezas de ganado de raza jersey, que normalmente se alimentan de pastos comunes, mastican lotus corniculatus, llantén menor, trébol rojo, alcaravea, sanguisorba, trébol blanco y achicoria. «Les gusta», asegura Malisch.
El ganado vacuno se ha visto desprestigiado debido a sus emisiones de metano. Los rumiantes producen este gas nocivo para el medio ambiente cuando realizan la digestión. El efecto de calentamiento producido por el metano es mucho mayor que el del dióxido de carbono. Pero la emisión de metano no es responsabilidad exclusiva de las vacas, sino que tiene distintas causas y procede de diversas actividades.
«Aproximadamente el 20 por ciento del calentamiento global provocado por el hombre se debe a emisiones de gas metano», explica Mojib Latif, investigador del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica Geomar en Kiel.
Por su parte, Malisch estima que en Alemania el metano representa el 40 por ciento del efecto invernadero producido por la actividad agrícola. Y a la agricultura, a su vez, corresponde el 7,3 por ciento del total de las emisiones de gases de efecto invernadero del país.
Junto con otros científicos europeos, Malisch y el equipo de investigadores de Kiel tienen como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del sector agrícola.
Una vaca libera diariamente unos 280 gramos de metano al alimentarse, dice Malisch. Sólo una pequeña parte de este gas es expulsada a través de flatulencias. «Expelen el 96 por ciento del metano al eructar», aclara. Por eso los investigadores se limitaron a colocar sensores de gas sobre el puente nasal de las vacas. El sistema conduce el metano a las botellas de aire comprimido que llevan sujetas al cuerpo con una correa. Los animales que participan en la prueba pasan cuatro días en este prado especial.
«Parecen sentirse a gusto. No intentan deshacerse del equipo», observa Sabine Mues, directora de la granja experimental, y añade que durante los días de prueba las vacas se comportan como de costumbre.
Los investigadores consideran positivos los primeros resultados del estudio. «La dieta a base de este tipo de hierbas genera hasta un 20 por ciento menos de metano por litro de leche», comenta Malisch.
La combinación de hierbas utilizadas ralentiza la digestión de las reses y por ende la generación de metano. «Pero la producción del gas no debe reducirse demasiado«, advierte Malisch, y señala que si no generan una cantidad mínima de metano, las vacas no tienen la suficiente energía para producir leche.
Según Ralf Loges, jefe del experimento, este tipo de ganado suele dar leche durante unos tres años. La prueba de las emisiones producidas por las vacas en Schleswig-Holstein se prolongará hasta finales del próximo año. Sin embargo, Loges adelanta una de las conclusiones: «No se puede suprimir por completo la producción de metano«.
Por André Klohn (dpa)