Canberra, 29 may (dpa) – La Gran Barrera de Coral ha sobrevivido a cinco episodios mortales relacionados con el clima en los últimos 30.000 años, pero puede que no sea lo suficientemente resistente como para recuperarse del actual, informaron hoy expertos en un estudio.
La barrera, frente a las costa este de Australia, es el mayor sistema de corales del mundo y uno de los ecosistemas más diversos con millones de formas de vida marina.
En los últimos años ha sufrido el ataque de una estrella epidémica, sedimentación, degradación de la calidad del agua, la acidificación del océano y extensos eventos de blanqueamiento en 2016 y 2017.
El estudio internacional realizado a lo largo de 10 años, publicado hoy en «Nature Geoscience», es el primero en reconstruir la evolución de la barrera en los últimos 30 milenios ante grandes y repentinos cambios ambientales.
Según el estudio, la Gran Barrera se adaptó a los cambios moviéndose por el fondo marino a medida que el nivel de los océanos subía o bajaba.
La Gran Barrera es más resistente a los cambios del nivel del mar y su temperatura de lo que se creía antes, señalaron los investigadores. Pero no se sabe si lo será lo suficiente para sobrevivir al deterioro actual, dijo el director del estudio y profesor asociado de la Universidad de Sydney, Jody Webster.
El estudio utilizó datos de corales fosilizados de 16 lugares de Cairns y Mackay en Queensland, según un comunicado de la universidad. El estudio abarca los cambios desde el último periodo glacial, hace 20.000 años, cuando el nivel del mar estaba 118 metros por debajo del actual, hasta el afloramiento de la barrera actual hace 9.000 años.
Así determinaron que la Gran Barrera sufrió cinco eventos letales generalizados pero pudo recuperarse con el tiempo gracias a la continuidad de los hábitats de la barrera con corales y algas coralinas y a la habilidad de la barrera de migrar de forma lateral entre 0,2 y 1,5 metros por año.
Pero es poco probable que la Gran Barrera sobreviva al aumento de las temperaturas superficiales marinas actuales, la rápida disminución de la superficie cubierta con coral, el avance del blanqueamiento, el descenso de la calidad del agua y el incremento del flujo de sedimentos.
Webster señala que la Gran Barrera ha sido especialmente sensible a los flujos de sedimentos en el pasado. «Esto significa que en este periodo necesitamos entender cómo las prácticas de la industria primaria están afectando al aporte de sedimentos y la calidad del agua en la barrera», explica.
Este asunto preocupa a los protectores del medio ambiente cada vez más desde hace unos años, puesto que cada vez más sedimentos, sobre todo procedentes de terrenos de pasto y por la deforestación, están entrando en la barrera afectando a la calidad del agua y reduciendo la luz del sol que llega a los corales.
Los investigadores advierten de que este proceso podría provocar graves efectos a largo plazo en la salud de la Gran Barrera, así como reducir su resistencia a enfrentarse a otras amenazas como el blanqueamiento y la acidificación del océano.
El Gobierno australiano anunció este mes la inversión de 500 millones de dólares australianos (380 millones de dólares) para ayudar a recuperar y proteger la Gran Barrera de Coral en los próximos años, entre otras cosas, mejorando la calidad del agua.