(dpa) – Mostrarse, hacerse oír, festejar la diversidad y exigir derechos: para la comunidad queer, junio es el «mes del orgullo», el mes en el que alcanza mayor visibilidad. Esto no es tan fácil en todas partes de África, aunque hubo avances. Actualmente, la homosexualidad fue descriminalizada en 22 de los 54 países del continente.
Entre estos se encuentran Angola, Botsuana, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Lesoto, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe, Seychelles y Sudáfrica. «Cada vez se añaden más. La tendencia está yendo en el sentido correcto», afirma la organización estadounidense LGBT Marriage News. Añade que la homosexualidad va siendo aceptada paulatinamente y que la esperanza crece.
Sudáfrica fue el país precursor del continente. La Constitución de 1994 fue la primera del mundo que prohibió la descriminación en base a la orientación sexual. Además, Sudáfrica fue el quinto país en todo el mundo -y el primero en África- en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. El año pasado, un sudafricano, Louw Breytenbach, fue elegido «Mr. Gay World».
«Sudáfrica es en todo caso un ejemplo para el continente», dice Kaye Ally, la fundadora de la organización Pride of Africa, que organiza cada año varios eventos relacionados con la comunidad LGBTIQ.
Hoy en día, Ciudad del Cabo, imán turístico del país, es considerada la capital gay de África y es uno de los destinos favoritos de los turistas queer. Allí se celebra todos los años el «Pride Festival» en febrero y marzo, el «Mother City Queer Project» en diciembre y el «Out in Africa Film Festival» en septiembre y octubre.
También en la capital de Sudáfrica, Pretoria, en la capital económica, Johannesburgo, y en los países vecinos Botsuana, Suazilandia y Namibia se llevan a cabo anualmente marchas del orgullo gay. Por su parte, Johannesburgo organiza desde hace tres años el «Rock the City LGBTI Festival», en el que la mayoría de los artistas que participan forman parte de la comunidad queer.
El organizador, Tshepiso Leeu, describe el festival como un lugar «de libertad, que crea una sensación de pertenencia que muchos no tienen en casa, en la escuela, en la vida pública o en el trabajo».
Kenia, en el este de África, es uno de los países en los que la homosexualidad sigue siendo criminalizada. Pero en los últimos años se hicieron muchas cosas, según subraya el periodista, podcaster y activista Kevin Mwachiro. En 2014 escribió un libro sobre la comunidad queer en su país titulado «Invisible».
«En los últimos diez años experimentamos mayor visibilidad, más personas que dieron un paso adelante, y hay más organizaciones y activistas», afirma el hombre, de sonrisa contagiosa. Mwachiro es uno de los fundadores del festival de cine «Out», el primero de la región con películas de y sobre personas LGBTIQ.
Mwachiro señala que incluso se pueden sacar fuerzas de las derrotas al recordar la decisión judicial de 2019, cuando varias organizaciones de gays y lesbianas intentaron en vano impugnar la ilegalidad de las relaciones homosexuales.
«La sala estaba llena de periodistas, de activistas, llena de personas de la comunidad», afirma Mwachiro. «Fue algo muy público, muy poderoso. Pudimos demostrar que estábamos allí, que éramos keniatas y que exigíamos los mismos derechos», recuerda.
Otro ejemplo es el de la periodista de la BBC Chris Makena Njeri, cuya homosexualidad fue hecha pública en contra de su voluntad y quien fundó más tarde la red «Bold» para impulsar las narrativas queer en África según el lema: «Estamos aquí. Somos audaces. Somos imparables».
La aceptación aumentó, aunque muchos gays, lesbianas y trans adolescentes siguen siendo echados de sus casas por sus familias cuando revelan su identidad sexual. Es por eso que una iglesia metodista de Nairobi abrió sus puertas como espacio seguro para los creyentes queer. Mwachiro afirma que incluso fue testigo de una Fiesta del Fin del Ayuno para musulmanes queer en la conservadora región costera.
Las islas de Cabo Verde, Seychelles y Mauricio son consideradas oasis LGBTIQ y destinos turísticos abiertos, aunque sus habitantes perciben a veces menos tolerancia que los visitantes. Guinea-Bisáu, en el oeste de África, también se convirtió en un refugio para las personas queer desde que el gobierno descriminalizó la homosexualidad en 1993.
Las personas LGBTIQ de países vecinos como Senegal, Guinea y especialmente Gambia, donde la homosexualidad sigue siendo penalizada con cadena perpetua, buscan refugio en Guinea-Bisáu.
Sin embargo, en muchos países de África se siguen cometiendo crímenes de odio. De acuerdo con la asociación internacional ILGA, en Mauritania, Somalia y en el norte de Nigeria, la homosexualidad se continúa castigando con la pena de muerte.
Los activistas afirman que, en líneas generales, la protección legal de las personas LGBTIQ en África sigue siendo muy débil. En su opinión, la homofobia cede muy lentamente y es usada en algunos países como instrumento político. «Aún hay mucho por hacer. Los socios globales, como la ONU, deben presionar a los jefes de Estado africanos», opina Ally.
Mwachiro dice que hay que agradecer en gran medida a Internet y a los espacios virtuales que gays y lesbianas, trans y personas no binarias tengan acceso a información y a comunidades de pares en África. «Se puede entrar a Internet y ver: No estoy solo. Hay otros como yo y son africanos, tienen la piel marrón. Podemos vivir nuestra identidad queer africana», señala.
Añade que la pandemia de coronavirus reforzó esto con sus espacios de retiro digital. Mwachiro habla entusiasmado de un «Pride Afrique» virtual. «No eran solo los sospechosos de siempre de los países grandes. Tuvimos participantes de (la ciudad sudanesa de) Jartum, de Mali. Fue emocionante poder festejar nuestra forma de ser queer con personas de todo el continente», completó.
Por Kristin Palitza y Eva Krafczyk (dpa)