La extrovertida Katy Perry se encontraba la semana pasada grabando su más reciente videoclip en Londres, una ciudad demasiado lejos de su California natal y, sobre todo, de la mascota a la que la artista tanto adora y extraña durante sus viajes al extranjero: su gatita Kitty Purry.
Tanta era la nostalgia que sentía la vocalista estadounidense en la ciudad del Támesis, que no dudó en pedir a su equipo que le trajera un pequeño gatito para reducir la melancolía, un adorable animal al que Katy bautizó ‘Prism’ en honor a su más reciente disco de estudio.
«A Katy le encantan los animales y, sobre todo, esos gatos tan monos que suelen servir de modelos en los calendarios. Por eso, cuando pidió a sus compañeros que buscaran uno pequeñito para que pudiera jugar con él durante los descansos, estos no dudaron en traer al más bonito que pudieron encontrar. A Katy le hizo una gran ilusión tener a esa pequeña bolita de pelo entre sus manos, porque echa mucho de menos a su mascota cuando está fuera. Creo que se pasó casi una hora jugando con él», reveló un testigo de la escena al diario Daily Mail.
Aunque parece que la simpática vocalista y el pequeño felino acabaron haciendo buenas migas, la californiana no se animó finalmente a adoptar a ‘Prism’ y dejó que fueran sus bailarines quienes debatieran qué futuro dar al animal siempre que sus responsables les dieran vía libre para ello.
«Cuando Katy acabó de jugar con el minino, lo pasó a su cuerpo de baile y estos empezaron a acariciar el suave pelo de Prism durante un buen rato. Algunos empezaron a fantasear con la posibilidad de adoptar el gato y darle un nuevo hogar, pero todavía no saben si los encargados del refugio donde se encontraba pueden desprenderse así como así de los animales», indicó el mismo informante.