Moscú, 20 dic (dpa) – La detención hace diez años de Mijail Jodorkovski, entonces el principal opositor del presidente ruso, Vladimir Putin, fue de película: hombres uniformados asaltaron el avión del millonario y detuvieron al que fuera el hombre más rico de Rusia como si se tratara de un criminal. Y ahora, igual de repentina ha sido su puesta en libertad.
Durante una década, el preso más famoso de Rusia aguantó inquebrantable en prisión, como un luchador de la resistencia, hasta que salió finalmente hoy, tras un sorpresivo indulto del presidente Putin, del campo de trabajo en el frío norte ruso, cerca de la frontera con Finlandia, en el que había sido confinado.
Putin anunció ayer jueves como de pasada ante los periodistas que «Mijail Borissovich», como lo llama cortésmente el presidente, había solicitado un indulto y que él pensaba firmarlo. Al fin y al cabo, dijo el presidente, estuvo en prisión «un tiempo adecuado»: sonaba como si el mismo jefe del Kremlin estuviera ya harto de las sombras que continúan cerniéndose sobre un país necesitado de inversiones externas.
La controvertida condena y prisión de Jodorkovski sigue teniendo hoy efecto disuasorio para todo el que se ponga en el camino de Putin: y es que en sus tiempos de poderoso magnate petrolero se atrevió a hacer frente al propio presidente nada menos que delante de las cámaras de televisión, criticando la corrupción rampante en el país más grande del mundo.
Jodorkovski, nacido el 26 de junio de 1963 en Moscú, estudió química y economía y en 1990 compró un banco comercial. En 1993 pasó a ser viceministro de Energía y en 1995 llegó a la jefatura de la firma de inversión Rosprom. En 1996 formó parte de la campaña electoral a la presidencia de Boris Yeltsin y desde 1997 ocupaba la presidencia del consorcio petrolero Yukos.
Pero si durante mucho tiempos los rusos vieron en Jodorkovski a un multimillonario cuestionable que se había hecho rico prácticamente de la noche a la mañana en los años 90, su imagen cambió durante sus años en prisión: el hombre de 50 años es considerado hoy más bien una figura de referencia para todos los que aspiran a más libertades democráticas en el país.
El antiguo oligarca, que ha sido galardonado con premios internacionales, aboga desde hace tiempo en sus escritos, libros y cartas, por una unión de la desmembrada oposición. La periodista Natalia Gevorkian le atribuye carisma y capacidad de liderazgo, algo que en su opinión da miedo a Putin.
Jodorkovski y Gevorkian cofirman el libro «Mi camino» en forma de intercambio de cartas en el que se narra cómo el empresaro cayó en desgracia al apoyar a la oposición. Y así terminaron precipitadamente sus planes de construir una sociedad civil con conciencia propia. Ello ocurrió el 25 de octubre de 2003, cuando uniformados del servicio secreto interno FSB asaltaron su jet privado en Siberia y detuvieron al empresario.
Su resistencia contra el sistema de Putin le costó no sólo su libertad, sino también su empresa petrolera Yukos, de cuyo desmantelamiento en 2007 se beneficiaron empresas fieles al Kremlin. Pero al contrario que muchos, Jodorkovski no quiso huir al extranjero y prefirió luchar ante los tribunales.
En dos controvertidos procesos judiciales por fraude fiscal, lavado de dinero y al final también por robo de crudo, los jueces lo condenaron a 14 años de cárcel, pena que fue luego fue reducida parcialmente. Putin lo acusó de manera indirecta incluso de estar relacionado con encargos de asesinato, al decir que sus manos estaban manchadas de sangre, algo que Jodorkovski negó, como el resto de las acusaciones.
De las condenas criticadas también por Alemania y Estados Unidos se ocupaba también desde hace tiempo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, aunque sólo con un éxito parcial: Jodorkovski intentaba probar que es perseguido por motivos políticos, algo que los jueces de Estrasburgo no confirmaron definitivamente hasta hoy, aunque sí han constatado continuas violaciones contra sus derechos fundamentales. Sin embargo, la última palabra en Estrasburgo no está dicha todavía.
La principal cuestión ahora es qué hará ahora Jodorkovski con su libertad. La revista crítica con el Kremlin «The New Times» cree que quizá siga neutralizado políticamente, porque una ley prohíbe a los acusados de graves crímenes ser candidatos políticos durante muchos años.
Por Ulf Mauder