Habitualmente el verano, las vacaciones y el tiempo libre son la receta perfecta, junto con poder trabajar al aire libre, para que muchos manitas se decidan a intentar cualquier tipo de proyecto relacionado con la decoración.
Sin duda, de entre los proyectos más habituales y que mejores resultados arrojan, los de carpintería son los reyes.
Su versatilidad, un material que seduce a prácticamente todo el mundo y con miles de posibilidades si se trabaja bien – aunque sea siguiendo tutoriales para los aficionados – permite que, a ratos, luzcan estanterías, taburetes, maceteros, armarios, mesas o incluso cofres, por poner solo algunos ejemplos.
¿Qué tipo de máquinas se necesitan para la madera?
Para empezar, la madera es uno de los materiales más agradecidos para trabajar siempre que se cuenten con las herramientas adecuadas.
Los que de esto saben consideran la ingletadora una de las primeras máquinas que se deben tener para ser capaz de dar a la madera los cortes necesarios después de diseñar el objeto que se trabajará. Pero junto a esta opción habría que incluir la posibilidad de hacerse con una sierra circular, capaz también de conseguir cortes de gran precisión.
Ser capaz de hacer un corte límpio a este material permite ajustar al máximo su posterior ensamblaje.
Cuando, además, se necesitan hacer rebajes o algún tipo de rectificación en algún listón, hay un aliado que, sin lugar a duda y siendo de las herramientas no caras de este campo, facilita la vida tanto a carpinteros como a aficionados: el cepillo eléctrico. El raspado que consigue permite muchas opciones.
En realidad, cualquiera que guste de este tipo de entretenimiento o que, definitivamente, se dedique a ello, sabe que el resultado de cualquier proyecto y producto dependerá, en gran medida, de las Herramientas de Carpintería que se tengan. Sierras de calar, fresadoras o incluso lijadoras eléctricas pueden incluirse en los talleres.
¿Por dónde empezar la afición?
Aunque a veces parezca dar vértigo el ponerse delante de un tablón, listón o bloque de madera, lo cierto es que hay proyectos con los que ir, poco a poco, familiarizándose con la forma de trabajarla y de conseguir resultados que animen a seguir una afición que, cuando se disfruta, perdura en el tiempo.
La creación, por ejemplo, de un estante donde el tablón quede recto y se sujete, por ejemplo, por ramas para darle el toque rústico es sencillo y animará a seguir.
Algo semejante puede ocurrir cuando se hace, a medida y con listones, una pequeña estantería en un hueco que queda desaprovechado detrás de una puerta, por poner otro ejemplo.
Por qué no prácticar los cortes haciendo sujetalibros que casen en la estantería. Es la forma de comenzar con medidas y a familiarizarse con el ensamblaje de piezas de madera.
Quienes tienen jardín, pueden apostar por intentarlo con un banco que, no siempre, tiene por qué ser clásico sino innovar con asientos a distintas alturas o formas…
En realidad, el límite está en la imaginación y todo es cuestión de práctica. Una vez se descubren los secretos y los trucos, nada limita al carpintero en ciernes.