Oxford (dpa) – ¿Qué comían y bebían los habitantes de Pompeya horas antes de la erupción del Vesubio hace 2000 años? ¿Cómo era su estado de ánimo y qué premoniciones tenían? Estas y otras preguntas intenta responder la nueva exposición en el museo Ashmolean de Oxford, en el Reino Unido.
Mientras acompañaban las opíparas comidas con mucho vino, los antiguos romanos se recostaban del lado izquierdo para una mejor digestión. Esta también fue muy probablemente la postura en la que se encontraban muchos de los habitantes de las viviendas de Pompeya antes de la erupción del Vesubio en el 79 d.C.
«Nunca del lado derecho, eso dificulta la digestión«, explica Paul Roberts, director del Departamento de Antigüedades del museo en una entrevista con la agencia dpa.
Su nueva exposición «La última cena en Pompeya» ilustra el «romance» de los habitantes de la ciudad al pie del Vesubio con la comida y la bebida, y su significado «en la vida y en la muerte», detalla Roberts.
El museo que forma parte de la Universidad de Oxford trabajó en estrecha colaboración con institutos de investigación y museos de Pompeya y Nápoles.
La exposición abarca alrededor de 400 objetos, de los cuales unos 300 proceden de Italia. Alrededor de 220 piezas de esta fascinante colección se exponen por primera vez fuera de Italia, señalan desde el museo inglés.
Roberts está particularmente orgulloso de un fresco de la bella Europa con Júpiter transformado en un toro que fue recibido a préstamo del museo de Pompeya en Nápoles.
«Es el corazón de la exposición. En este momento es importante construir puentes culturales que no puedan ser destruidos«, dice el curador de la muestra en referencia a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el llamado Brexit.
Los visitantes podrán recorrer las salas convertidas en una casa romana, desde el atrio hasta el comedor (triclinium) y la cocina. La exposición incluye mosaicos y murales impresionantes, pinturas y estatuas de mármol.
Entre los objetos destaca el mosaico «Sea Life» (vida marítima), en el que las escamas de los peces se pueden reconocer a simple vista.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 20 de enero de 2020, incluye un mural de Baco convertido en racimo de uvas, una botella de mosaico con la salsa de pescado fermentado llamada garum, que como los actuales envases de ketchup lleva el nombre del fabricante, herramientas para el cultivo de la vid y urnas funerarias decoradas con imágenes de alimentos.
En la sala que representa una cocina, que también era usada como letrina, se pueden ver granadas, lentejas, higos y aceitunas carbonizadas por el calor volcánico.
Asimismo se pueden apreciar los restos de la mandíbula de un lirón, semillas de manzana y carozos de cerezas hallados en la canalización de la antigua ciudad romana, así como también un pan carbonizado, que tiene mejor aspecto que en el representado en un fresco de una panadería que acompaña la muestra.
Según Roberts, el objetivo del museo Ashmolean era contar una historia que diera una idea de la magnitud del sufrimiento de la tragedia humana causadapor la erupción del Vesubio. «Pompeya no es Disneylandia«, enfatiza.
Este mensaje es transmitido con énfasis al final de la muestra a través de la figura «Señora de Oplontis», a la cual Roberts describe como el «único testigo verdadero de los terribles acontecimientos». Al huir de las mortales cenizas volcánicas, la mujer llevaba algunas pertenencias como joyas, una llave y un bolso.
«Los dos mundos, el de la mesa y la tumba, nunca estuvieron muy separados. La muerte era omnipresente», apuntan los organizadores de la muestra.
La superstición, la premonición, las ofrendas a los dioses y los objetos funerarios para la vida después de la muerte dan cuenta de ello.
Un mosaico en el suelo con un esqueleto sonriente, que en cada mano sostiene una jarra de vino, demuestra que comer y beber eran la esencia de la vida. El recuerdo de la muerte tenía el objetivo de realzar las alegrías de la vida con un claro mensaje: carpe diem – ¡Disfruta el día!
Por Anna Tomforde (dpa)