Berlín, 21 sep (dpa) – Cuatro años más. En Alemania se da por hecho que la conservadora Angela Merkel ganará mañana un tercer mandato para seguir siendo canciller hasta 2017. Pero, ¿con qué socio de gobierno? Europa entera seguirá las elecciones alemanas con más peso internacional de las últimas décadas pendiente de esa respuesta.
Los socialdemócratas de Peer Steinbrück (SPD) vienen recortando distancias en el último tramo de campaña, pero la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel lidera los sondeos con un 40 por ciento de intención de voto -13 puntos más que el SPD- y será el partido más votado por los casi 62 millones de ciudadanos llamados a las urnas.
Con propuestas sociales como la creación de un salario mínimo o el aumento de impuestos a los más pudientes, el opositor de 66 años no logró hacer sombra a la popular canciller, de 59, que promete «continuidad» en la lucha contra la crisis del euro y se atribuye la bonanza económica de Alemania.
«La crisis del euro no está superada», advirtió hoy Merkel en Berlín en su último gran mitin de campaña. La canciller defendió su política de «solidaridad con condiciones» para los países en crisis y aseguró que mantendrá el curso de «la estabilización del euro».
Sin embargo, la votación de mañana se presenta como una de las más abiertas e inciertas vividas en Alemania, donde el sistema favorece las coaliciones y hace casi imposible que el ganador pueda gobernar en solitario. Las últimas encuestas prevén un escenario abierto hasta el final que se definirá entre dos opciones más probables: si Merkel y los liberales del FDP suman una mayoría propia, reeditarán su alianza actual. En caso contrario, la canciller tendrá que negociar una «gran coalición» con el SPD como la de su primer gobierno (2005-2009).
La crisis de los liberales, que podrían no llegar siquiera al cinco por ciento mínimo para entrar en el Parlamento, hace que «la opción más probable sea una gran coalición» explica a la agencia dpa Oskar Niedermayer, experto politólogo de la Freie Universität.
Berlín, la capital que ha definido la lucha contra la crisis del euro, cambiaría el actual gobierno de centroderecha por otro con elementos de centroizquierda.
Una gran coalición es también la opción preferida por la mayoría de alemanes. El principal obstáculo es un sector del SPD encabezado por el propio Steinbrück: ministro de Finanzas de Merkel en la anterior gran coalición, el candidato recuerda que el SPD salió hundido de ese gobierno y no quiere repetir la experiencia.
Los analistas coinciden en que, más allá del color que tenga el próximo gobierno alemán, las recetas de Berlín ante la crisis del euro cambiarán muy poco después del domingo.
«En una gran coalición entre la CDU y el SPD, los socialdemócratas serían el socio menor con gran diferencia y no podrían influir mucho», señala Niedermayer. El experto recuerda también que el SPD votó con Merkel en el Parlamento cada decisión clave sobre la política europea desde el estallido de la crisis.
Esa poca perspectiva de cambio hizo que los alemanes vivieran la campaña con relativa indiferencia. Ni siquiera la crisis siria o el escándalo del espionaje exterior estadounidense lograron agitar el debate entre Merkel y Steinbrück, dos candidatos que comparten más de lo que les gusta aceptar.
Sólo una polémica portada de Steinbrück haciendo un corte de mangas y la aparición de un antiguo folleto de Los Verdes en defensa de la despenalización de la pedofilia pusieron algo de emoción en la última semana antes de la votación.
También el paulatino ascenso del nuevo partido euroescéptico Alternativa para Alemania (AfD), que los últimos sondeos roza un cinco por ciento de intención de voto. Un amplio espectro de indecisos, votantes de derecha y de izquierda y descontentos con el sistema podría aportar lo que le falta para entrar en el Parlamento.
El ascenso de un partido que pide «la disolución ordenada de la eurozona» precisamente en la primera potencia europea «provocaría un terremoto político absoluto», dice a dpa el profesor Irwin Collier, de la John Kennedy School. Otra de las incógnitas cruciales que Europa resolverá este domingo.
Por Pablo Sanguinetti